‘Acre’, un mercado amish en pleno Noviciado

Antes de que nadie se lleve las manos a la cabeza pensando que se le ha pasado por alto la existencia de un mercado amish en pleno centro de Madrid, conviene aclarar que eso de ‘amish’, el lema que se puede leer bajo el cartel de la tienda Acre en la calle Noviciado, es más un reclamo publicitario que otra cosa. Esta comunidad de inmigrantes alemanes protestantes, que vive sobre todo en zonas de Estados Unidos y Canadá, se caracteriza por llevar una vida austera y sencilla, por su vestimenta tradicional y su rechazo a la tecnología moderna. Raúl López –que es también fundador de Florea– llevaba un tiempo fascinado por la forma de vida de esta comunidad. De hecho, ya antes de abrir Acre, tenía una tienda online en la que vendía ropa y accesorios atemporales y sobrios; no eran artículos amish, pero sí tenían ese espíritu austero que caracteriza a este grupo.

A Raúl le apetecía desde hacía tiempo dejar un poco de lado el mundo de las flores e introducirse en el de la alimentación, al mismo tiempo que recuperaba un formato de toda la vida como es el de la venta a granel. La calle Noviciado siempre ha tenido mucha relación con la venta de alimentos, gracias a su mercado abierto a pie de calle, hoy desaparecido. Por eso, decidió apostar por la idea del mercado amish, ya que esta comunidad, en sus mercados, también vende productos al peso de producción local. El nombre, por cierto, viene de la unidad de superficie, que en España se encuentra en desuso, pero que en Estados Unidos aún es bastante común. Además, el nombre tiene una relación muy directa con la esencia de la tienda: según reza su página web, un acre son sesenta hectáreas de tierra de cultivo; hay millones de acres en el mundo, por lo que deberíamos comprar sólo aquello que vayamos a consumir hoy, y mañana ya volveremos a por más.

En Acre podemos encontrar harinas, arroces, legumbres, cereales, semillas, frutos secos –salados y chocolateados–, frutas deshidratadas –no te vayas sin probar el mango y la piña morada– y confitadas, algas gallegas ecológicas y leche fresca de La Marquesa (además de su riquísimo arroz con leche). Uno de los servicios más prácticos que ofrece Acre es el de poder comprar pan por rebanadas –un pan de pueblo, que les proporcionan sus amigos de Levadura Madre, quienes también les suministran las harinas que luego venden a granel–; así, hay gente que cada día, baja a comprar su rebanada de pan para el desayuno. Muchos de los productos que venden en Acre vienen directamente del productor, sin intermediarios, y buena parte de ellos son ecológicos, aunque no todos, ya que priman mantener un precio razonable en todo lo que venden. La mayoría es producción nacional, aunque también traen algunos productos de fuera, como la lenteja verde du Puy o las frutas deshidratadas, que vienen de Tailandia.

Varios detalles más que hacen de Acre una tienda a la que querrás volver: te ‘fían’ las bolsas –de tela, serigrafiadas con su logo– por 1€, que te devuelven cuando las traes de nuevo a la tienda (aunque Raúl afirma que hay mucha gente que se las queda y las acaba utilizando como su bolsa de la compra habitual). No imprimen ticket, sino que te lo envían por mensaje al móvil si lo solicitas, y además de alimentos, también venden flores y cactus (de Florea, eso por supuesto). Razones no faltan para seguir la filosofía de Acre y comprar sólo lo que vayamos a consumir hoy, ya que así siempre tendremos una buena excusa para volver allí al día siguiente.