A principios de los 2000 asistimos en Madrid a un pequeño boom de restaurantes de kaiten sushi (traducido literalmente como sushi que gira) pero, por entonces, la afición a la gastronomía japonesa no estaba tan extendida entre los madrileños como hoy lo está, ni la escena hostelera tenía la relevancia que actualmente ostenta en la capital. Así, la apertura de restaurantes con cinta transportadora en los que los comensales elegían libremente los platillos que querían tomar fue tan solo un fenómeno efímero y no tuvo el calado que, años más tarde, lograrían otros formatos procedentes de Japón como los restaurantes especializados en ramen, teriyakis, takoyaki o, más recientemente, los establecimientos dedicados a la repostería nipona. Por eso hoy, Paloma Fang (Ninja Ramen, Hong Kong 70), hija de una de los propietarios de aquellos primeros kaitenzushi, vuelve a apostar por este modelo de restaurante fast food tan extendido en el país del sol naciente, y para ello se ha inspirado en la ciudad que, allá por 1958, acogió el primer local de este tipo, Osaka.
Todo el que haya estado en Osaka, la tercera urbe más grande de Japón y conocida internacionalmente por su vanguardista arquitectura, su vibrante vida nocturna y los abundantes puestos de comida callejera, podrá reconocerla en cada rincón de Running Sushi Osaka. Sus responsables han querido trasladar a este espacio un pequeño trozo de la ciudad y, para ello, han reproducido en su interior una de sus fachadas más conocidas, con todos sus luminosos y carteles publicitarios. El suelo de baldosas, los carteles de películas y las lámparas con forma de fugu, el icónico pez globo de Osaka, son solo algunos de los muchos detalles que nos remiten a la ciudad nipona.
Aunque uno de los elementos que más fascina a los visitantes es el mural integrado por reproducciones de máquinas recreativas y videojuegos de los años 90 (Dance Revolution, Dragon Ball Z, Super Mario Bros, Pac-Man) con los que Paloma ha querido hacer también un guiño a las escapadas que, siendo adolescente, hacía a la legendaria sala Picadilly de la Gran Vía madrileña -seguro que muchos la recordáis aún-. Al final, el conjunto posee un irresistible aire cool que hace aún más atractiva su propuesta, especialmente entre los jóvenes y urbanitas ávidos de lugares y experiencias fuera de lo convencional.
INFINIDAD DE PLATILLOS ORIENTALES A PRECIO CERRADO
Por lo demás, el funcionamiento del restaurante es prácticamente idéntico al de los kaitenzushi japoneses: una banda giratoria, llena de platillos orientales, ocupa el centro del espacio y, en torno a ella, se reparten las mesas de manera que los clientes puedan ver y escoger los platos que les apetezca comer. La particularidad de Running Sushi in Osaka es que la cinta transportadora por donde desfilan los platillos que van saliendo de cocina tiene dos pisos: el de abajo, que se mantiene a una temperatura de 5º, está destinado a los platos fríos (entrantes, makis, sashimis, nigiris, temakis, postres), mientras que el superior -ya con calor para que podamos tomarlos a la temperatura adecuada-, recoge los platos calientes (tallarines, arroz, brochetas, tempuras…). En total por las cintas pueden pasar casi 300 platos diferentes, en porciones individuales, y los comensales pueden coger con total libertad todos los que deseen; al estilo de los buffets libres, se pagará un precio cerrado por todos ellos (distinto para el mediodía y para la noche) y solo se cobrará por separado las bebidas que se toman.
En cuanto al menú, están absolutamente todos los bocados más populares de la gastronomía japonesa, algunos de origen chino e, incluso, algunos postres más típicos de Occidente, como tarta de queso o manzana. Desde ensalada de algas Wakame y edamame, hasta gyozas, yakisoba, wantun frito, yakitori y baos de distintos rellenos. Aunque si hay un apartado que merezca especial atención es el de los makis y temakis, recién hechos por su equipo de cocina y de todo tipo de pescados. Hay multitud de opciones pero si alguno quiere algo más especial, también cuenta con una pequeña carta de recomendaciones del chef, con nigiris (muy a tener en cuenta los de atún, vieira o foie flambeado) o mini tartares (salmón, pez mantequilla o atún) que también recomendamos echar un vistazo pues apenas sube el precio de ticket final.
No hace falta decir que para que la experiencia con el kaiten sushi sea redonda, la mejor opción para acompañar estos platillos es con una de las cervezas japonesas que figuran en su carta. Aunque los más avezados en esto de la gastronomía nipona contarán también con algunas opciones de sake que es el licor que los japoneses suelen tomar tanto para tomar el aperitivo como para acompañar los bocados de sushi.
Si el éxito de los kaitenzushi en Japón se debe, en gran medida, a que es un formato que se adapta muy bien al estilo de vida de sus habitantes, donde la gente tiene poco tiempo para comer y cuando lo hace en horario de trabajo, lo suele hacer solx; en Madrid Running Sushi in Osaka llega con un propósito bien distinto: descubrirnos la gran riqueza de la gastronomía nipona y hacernos disfrutar con su cara más lúdica. Llega a Madrid en el momento exacto, por eso no nos equivocamos al vaticinar que -esta vez sí- el triunfo está asegurado.
A TENER EN CUENTA… En este restaurante no hay carta. Solo en los manteles de papel individuales vas a encontrar todo el listado de platillos que habitualmente desfilan por la cinta transportadora. En estos, además, encontrarás una leyenda en la que se advierte que si el cliente deja más sobras de lo normal en la mesa será penalizado con 2 euros, que se destinarán a fines benéficos.
FÍJATE EN… El enorme cangrejo de plástico que se sitúa justo a la puerta del restaurante. Otro detalle que nos remite a la ciudad de Osaka donde los restaurantes tienen costumbre de poner en sus escaparates y fachadas reproducciones de sus platos principales.