Igual que hoy los madrileños montamos cola para tomar -y hacer la respectiva foto para redes sociales- pollofres o helados con forma de pez (los célebres taiyaki japoneses), hubo un momento en el que el bocado ansiado por todos eran los perritos de Nebraska. La cadena de cafeterías, que abrió su primer local en Cuatro Caminos en los años 50, convirtió su hot dog en todo un icono por el que todos, madrileños y turistas, sentían auténtica devoción. Los perritos de Nebraska igual servían de excusa para que la familia saliera junta el fin de semana, como para que tu abuela se reuniera por la tarde con sus amigas o para culminar de madrugada una noche de fiesta con tus colegas antes de volver a casa. Su versatilidad, su bajo precio y la vinculación con momentos de felicidad de nuestras vidas explica el cariñoso recuerdo que guardamos de este plato.
De ahí viene también el entusiasmo generado por el regreso de este mítico bocadillo a nuestras vidas. Regreso que debemos agradecer a José Ramón Blanco, hijo del fundador de Nebraska, que ha conservado la receta original del hot dog (en su poder también está la de sus famosas tortitas con nata) hasta el día de hoy; y a La Españolita, una enseña de spanish street food, que ha tenido la genial idea de recuperar el legendario perrito para ofrecerlo -por el momento- solo en su establecimiento de la calle Montera, aunque no nos cabe duda que tanto el perrito como la marca no tardarán en extenderse por toda la ciudad.
Los hot dog se preparan igual que en las cafeterías Nebraska hasta 2017: misma salchicha frankfurt, mismo pan (han recuperado al que fuera su proveedor original) y la misma salsa Nebraska que le daba el punto definitivo al perrito (salsa de tomate y una mezcla de mayonesa con mostaza y algún ingrediente secreto que nunca desvelarán). Este además sigue ofreciéndose a un precio popular (2,50€), que puede subir un poco si le añadimos patatas fritas y bebida (4,90€). La idea es que siga siendo un producto democrático y que podamos tomarlo en cualquier momento del día, siempre que nos apetezca. Esto es lo que le hace diferente del resto de bocados que se han ido poniendo de moda en nuestra ciudad, y por lo que será difícil que desaparezca de nuestras vidas.