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‘Café de Ruíz’, mucho encanto y una carta sencilla para conquistar Malasaña

Laura Sutil

En Madrid hay muchos cafés con historia y encanto, y aquí llega uno de ellos. De esos que, independientemente de lo que haya ocurrido entre sus paredes, transmiten la sensación de haber acogido grandes e interesantes charlas de intelectuales de otro tiempo. Esa es justo la vibra que nos invade cuando cruzamos la puerta de Café de Ruiz, un local que tuvo su época dorada en los 70 y 80, y revive con fuerzas renovadas en pleno siglo XXI conservando su estética original. En este establecimiento malasañero podemos desayunar, almorzar e, incluso, cenar a un precio imbatible. Una propuesta sencilla en un local que, simplemente, encandila.

Tal y como indica su propio nombre, la calle de Ruíz, cercana al Dos de Mayo, es la ubicación de este café. Después de un tiempo cerrado, Sergio Ochoa ha vuelto a hacer de las suyas y a otorgarle una segunda vida a uno de los históricos del centro de Madrid. Decimos hacer de las suyas porque antes de esta aventura ya le ha concedido una segunda oportunidad a Corazón, Casa Macareno y Bodegas El Maño. En esta ocasión, es este un espacio que en 1977 abrió sus puertas para reunir a los intelectuales más progresistas del Madrid de la época que organizaban sus tertulias en este rincón de Malasaña.

CAFÉ DE RUIZ café histórico con encanto en Malasaña

Su estética, que Ochoa ha querido mantener intacta, se inspira en un café vienés y mantiene tres espacios diferenciados: un primer salón que invita a un desayuno o un picoteo con cañas, y que recibe toda la luz de las grandes ventanas que se abren a la calle. A continuación, subiendo un par de peldaños, llegamos a la parte más especial del local: un salón más amplio de sillones rojos que, sin duda, es el lugar en el que dejar volar las musas y nos traslada a otro tiempo. Esta zona -nos comenta Sergio-  mantiene estéticamente la apariencia de antaño aunque sí que ha tenido que restaurar toda la tapicería. Por último, mediante un estrecho pasillo accedemos a la última parte de Café de Ruíz: otro pequeño salón que conecta con la barra del espacio principal y en el que en otro tiempo se organizaban tertulias, una costumbre que el actual propietario ha querido mantener. Por eso, en esta zona llamada ‘la granja’, los lunes y martes hay encuentros literarios abiertos al público.

COCINA SENCILLA PARA DISFRUTAR

Aunque Café de Ruíz mantiene el espíritu de siempre, Ochoa ha querido innovar en la parte gastronómica. Por eso, además de los cafés, ha incluido una sencilla carta que abarca desde la hora del desayuno hasta la cena pasando, por supuesto, por algunas sugerentes propuestas para el mediodía. Si bien es cierto que se trata de una carta escueta, nada defrauda. Muchos de ellos saben a bar de toda la vida -que por algo estamos aquí- y otros innovan y tienen matices más internacionales.

Por ejemplo, aquí no falla el desayuno más clásico con un buen café y un pincho de Tortilla de patatas con huevos camperos, con cebolla y poco cuajadita, por supuesto. Pero también hay, por ejemplo, Huevos benedictinos o una apetecible Tostada de aguacate con granada. Sergio ‘justifica’ esta presencia de recetas tradicionales y otras más actuales porque quiere mantener la clientela habitual que tenía este espacio e incorporar a los más jóvenes, quienes no conocieron la antigua vida del café.

CAFÉ DE RUIZ café histórico con encanto en Malasaña

Más contundentes e ideales para un almuerzo o una cena encontramos sus dos sándwiches estrella. Por un lado, hay una reinvención del Sándwich mixto, que aquí se prepara con lacón y queso gallego o, para quienes buscan emociones más fuertes, su Sándwich de pastrami, una alternativa ideal para compartir, ya que llega en pan de pueblo y tamaño XXL. El relleno es abundante y la salsa de mostaza que le aporta jugosidad, una verdadera delicia.

Para los amantes del queso, imprescindible su Tabla de quesos, un clásico que nunca falla y que aquí incluye variedades de diferentes zonas de Europa. También es recomendable compartir (o quedársela para uno solo) su Burrata con tomates cherry confitados. Y el broche quesero básico, su Tarta de queso, el postre imprescindible; se acompaña de mermelada artesanal y, como todas las opciones dulces de este café, son 100% caseras.

En Café de Ruíz cada día se ofertará también un plato del día que se inspirará en cocina tradicional, como cremas o guisos. Para los fines de semana se guardan la carta del brunch, con algunas de las tostadas disponibles en su propuesta habitual y, por supuesto, opciones dulces. También los fines de semana potenciarán especialmente la hora del vermú, que se acompañará con aperitivos castizos especialmente hechos para la ocasión. Y para quien desee alargar la noche, en este café con historia también se puede hacer hasta bien entrada la noche porque hay toda una carta de cócteles clásicos, con los que dejarse fluir y, sobre todo, disfrutar de un entorno tan especial como éste.

EL IMPRESCINDIBLE es su Sándwich de pastrami, de tamaño XXL y un relleno abundante y rico, claro.

FÍJATE EN… La granja, el espacio más resguardado de este café, recibe este nombre porque en su momento aquí se vendían huevos y leche y el antiguo propietario del Café de Ruíz quiso hacer un homenaje a la antigua ocupación del espacio.

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