‘Zalamero Taberna’, mucho más que un especialista en vinos

Zalamero es alguien con habilidad y encanto natural para conquistarte. En el lenguaje más popular sería quien sabe a la perfección cómo bailarte el agua y en Zalamero Taberna podríamos decir, más bien, que nos bailan el vino. Este restaurante ubicado en los alrededores del Retiro, concretamente en la calle Narváez, está especializado en vinos y cuenta con más de 300 referencias en su haber, que van rotando con cada temporada. Además, aquí practican cocina tradicional pero con un toque vanguardista.

Ana Losada y David Moreno son el alma de esta taberna. Después de años dedicados al mundo de la hostelería, ambos decidieron poner su empeño en este local de vinos que nos recibe con una barra clásica y una pizarra que ya nos anticipa los 40 o 50 caldos que cambian semanal o quincenalmente. Al fondo del local nos sorprende un amplio salón decorado con mucho gusto y en el que se cuidan todos los detalles. Especial atención a la presentación de las mesas; sencillamente espectacular.

Así, tenemos dos partes claramente diferenciadas para el comensal que llega a Zalamero. Para empezar, hacemos parada en la zona de barra, donde se puede picar algo y disfrutar de alguno de sus vinos, entre los que tienen un especial protagonismo los generosos -copan 20-30 de sus referencias-; algunos incluso se pueden pedir por copas o medias copas, a precios algo elevados, todo hay que decirlo, pero según nos cuenta David, es la única manera de que determinado público pueda disfrutar vinos de tan alto nivel. Otro de los aspectos más curiosos de la propuesta enológica de esta taberna, la encontramos en las etiquetas veganas. ¿Cómo un vino puede no ser vegano? Tal y como nos explican los responsables de Zalamero, a la hora de la decantación de los caldos, en muchas ocasiones se utiliza cola de pescado o albúmina de huevo. En el caso de los veganos se emplea en este proceso, por ejemplo, proteína de guisante. Y sí, aquí también disponen de estos últimos.

El propio David nos cuenta que, aparte de la pasión vinícola, el principal motor que impulsó Zalamero Taberna fue potenciar el trato humano: las buenas formas, el buen servicio, que alguien te guíe en la comanda… Y sí, todo eso es lo que experimentamos cuando nos adentramos en su salón comedor. Aquí conviene ponerse cómodo para disfrutar de los maridajes que brindan su platos, recetas clásicas a las que dan una inteligente y suculenta vuelta de tuerca, con la selección de vinos del momento. Imprescindible su Ensaladilla rusa con ventresca y alcaparra frita, con un sabor muy auténtico y casero. Lo mismo ocurre con sus croquetas que se preparan en dos variedades: las de Pollo rostido y las de Gambas al ajillo. Ambas recetas están brutales, desde el rebozado que las cubre hasta la consistencia y el saborazo de la bechamel. De 10. Tampoco podemos irnos de aquí sin maridar alguno de sus blancos con uno de sus platos de pescado. Sugerencia del chef es, por ejemplo, su Corvina salvaje a la plancha con verduras y romescu.

Para cerrar, alguno de sus postres caseros siempre es un acierto, tal y como demuestra la Tarta de manzana con crema pastelera. Dejándonos con buen sabor de boca, así el Zalamero consigue conquistarnos.