La calle de Embajadores siempre ha tenido una fuerte tradición de tascas. Nombres de tabernas que están en el imaginario popular del barrio como Casa García, pero que poco a poco han ido desapareciendo. Lugares de reunión en las que los parroquianos son más amigos que clientes y en los que el bullicio es continuo. Una tradición que ahora ha sido recuperada por Tasca Barea, una taberna abierta recientemente en pleno Rastro.
Y muestra de ello es que sus principios son claros: un bar único en el que todos los productos son 100% ecológicos y provienen de distribuidores pequeños. Una diferenciación que les ha llevado a ofrecer género que les llega incluso de vecinos. Así, cuentan con una carta de vinos que se sale de lo convencional (no se encuentran ni Riojas ni Riveras) de bodegas de autor pero con mucho carácter, como el Bala Perdida o una tabla con seis espectaculares quesos (los amantes de este lácteo sabrán apreciar su singular sabor) que han sido encontrados tras intensas búsquedas por toda España y Portugal. En esta línea ecológica, sorprende una decoración en la que todos sus materiales han sido rescatados de derribos.
Nota a pie de página: El nombre, como no podía ser de otra forma, proviene de Arturo Barea: escritor que vivió en Lavapiés y que publicó ‘La forja de un rebelde’, una obra costumbrista del barrio que ayuda a entender la forma de vida en esta zona tan especial de la capital. Con este nombre, crean una unión directa con el barrio no sólo como tasca, sino también de manera histórica y artística.