Sigue la Pista

Inicio / Sigue la pista / Palacio de Longoria – Bélgica

Palacio de Longoria – Bélgica

¡Compártelo!

Ubicado entre los barrios de Malasaña y Chueca, el Palacio de Longoria, es la mayor joya modernista que se conserva en Madrid. Construido entre 1902-1904, el edificio fue diseñado por el arquitecto barcelonés -aunque residente en la capital- José Grases Riera a partir de un encargo del político y financiero Francisco Javier González Longoria, que quería instalar allí su residencia familiar y las oficinas de su banco. Una vez terminadas las obras, la estancia del banquero apenas se prolongaría unos años, pues lo vendió a la Compañía Dental Española, presidida por Florestán Aguilar (dentista de la familia Real) en 1912. Estos fueron dos de sus primeros propietarios del palacio antes de pasar a manos de la Sociedad General de Autores (SGAE), que desde 1950 tiene aquí su sede.

Sin duda, el principal atractivo de esta construcción se encuentra en el revestimiento ornamental de su fachada que se inspiró en el denominado Art Nouveau, especialmente en las obras del arquitecto Víctor Horta, pionero de este movimiento, en Bruselas (su estructura y distribución sigue patrones más tradicionales). Esta está realizada en piedra artificial con suaves formas orgánicas, flores variadas, cabezas femeninas y otros elementos sinuosos que se extienden por toda la superficie, enlazando unos elementos con otros y generando una sensación de voluptuosidad. Esta, además, aparece arropada por un patio inglés cerrado con una verja de forja de sugerentes formas que termina por otorgar más belleza al conjunto.

PALACIO LONGORIA, BELGICA

Pero no es el único elemento destacable del Palacio. Cuando lo visitéis conviene fijaros en el ático de azulejos cerámicos con piezas irregulares, que recuerdan al trencadís creado por Antoni Gaudí, así como la soberbia cúpula de hierro y vidrio con estructura nervada en estrella que corona el edificio. Si os animáis a pasar a su interior, vuestros ojos se irán irremediablemente hacia la escalera imperial que también sigue los dictámenes del modernismo e integra con maestría todo tipo de elementos: hierro, bronce, mármol, yeso y vidrio. Dicen los expertos que solo artesanos de enorme cualificación pudieron realizar trabajos de tal complejidad y belleza; la vidriera que ilumina cenitalmente este escalinata, es un buen ejemplo de ello.

Su soberbia belleza así como cualidades arquitectónicas y artísticas determinaron que el palacio fuera declarado Bien de Interés Cultural en 1966.

Y PARA COMPLETAR EL VIAJE A BÉLGICA…

La gastronomía belga parece no haber tenido demasiado calado en nuestra ciudad que, pese a haber contado con reputados salones especializados, en la actualidad carece de grandes restaurantes donde disfrutar de sus platos más típicos. Así que mejor nos vamos de cervezas, uno de los grandes baluartes del país. Entonces nuestros pasos han de encaminarse a la Cervecería Cafeeke (Cuchilleros,3), una taberna junto a la Plaza Mayor, decorada al estilo de las tabernas flamencas de los años 40, que cuenta con más de 80 cervezas belgas, trapenses, de abadía, de trigo… Para acompañarlas, ofrecen una selección de típicos platos belgas, como los imprescindibles moules frittes (los tradicionales mejillones al vapor, al curry, al roquefort… con patatas fritas), fricandeles (perrito caliente belga) o los kaassoufle’s, unos rectángulos de queso gouda empanados. Para sentirse como en pleno centro de Bruselas.

¿Te ha gustado?
¡Compártelo!
¡Valóralo!

¿ Recibes nuestra newsletter ?

No te pierdas nuestro boletín semanal de noticias para estar informado, antes que nadie, de las mejores promociones, eventos y novedades de Madrid. ¡Suscríbete!