‘Macarena’, la nueva y cosmopolita vecina de la Gran Vía
Uno de los hoteles más emblemáticos de la Gran Vía, el Hotel Rex, recupera su antiguo esplendor bajo la dirección de Room Mate Hotels, que se ha ocupado de rehabilitar el inmueble diseñado en 1944 por Luis Gutiérrez Soto, arquitecto encargado de otros edificios emblemáticos de Madrid como los Cines Callao o Barceló. El cambio de propiedad afecta también al nombre del hotel que pasa a llamarse Macarena, nombre con el que homenajea a la nieta de uno de los propietarios del cine que hasta principios de los 2004 ocupaba los bajos del edificio. Y, cómo no, a su aspecto, especialmente en el interior, que ha sido confiado al interiorista Tomás Alía, quien se ha encargado de dar un toque contemporáneo, elegante y funcional a todas las estancias de esta edificación de estilo neoclásico que ocupa esta privilegiada esquina de la Gran Vía.
Entre las muchas novedades con que se presenta el Room Mate Macarena está la apertura al público de la azotea que ocupa su décima planta. Una formidable terraza que ya quisieran para sí muchos hoteles de Madrid, con vistas panorámicas del centro de Madrid que cuenta con piscina y su respectiva zona de hamacas (solo para clientes), una pequeña sala de eventos (ojo a su espectacular techo de inspiración arabesca) y un cocktail bar que abrirá todos los días del año. Para ello, cuenta con una zona cubierta y aclimatada que permitirá disfrutar de este espacio y sus magníficas vistas bajo techo durante el invierno, y otra zona al aire libre por la que se reparten diferentes veladores altos con taburetes, sillones de cuerdas de distintos colores y una cama gigante de color azul en los que poder acomodarnos las noches de verano. Cálidas lámparas de exterior y numerosas plantas (palmeras, olivos, laureles) terminan por dar un último toque de sofisticación y calidez a este enclave que invita a guarecerse del frenético ritmo de la ciudad.
Por supuesto, las puestas de sol son otro de los alicientes de esta terraza que abre sus puertas al público (los huéspedes pueden disfrutar de ella durante todo el día) tan solo unas horas antes de que estas se produzcan. A partir de ese momento se multiplica el staff que trabaja en el espacio que tira de profesionalidad, cordialidad y buen ritmo para que todo fluya como se merece. Una vez asignada nuestra mesa, toca elegir qué tomar. En cuanto a bebidas, las opciones son ilimitadas: hay refrescos, zumos, cervezas, vinos, todo tipo de destilados, champagne y un amplio abanico de cócteles, todos ellos de corte clásico, desde el obligado Cosmopolitan hasta la más exótica Piña Colada. Si apetece, también disponen de una pequeña carta de tapas y platos mediterráneos para compartir (aún en rodaje) con los que organizar una pequeña cena improvisada.
No podía faltar la música, siempre presente, aunque a un nivel sonoro que permite mantener la conversación, combinando sonidos chill, house y electrónica, que es lo que demanda el público joven y cosmopolita que lo frecuenta. Porque, no vamos a negarlo, esta es también una terraza a la que se viene «a ver y a dejarse ver», a posturear un poco, para presumir de escenario, de ambiente y del inigualable cielo de Madrid.
