*** ESTABLECIMIENTO CERRADO ***
La Crepería Rosa nació fruto de la pasión de Kim Hervet por los crepes. Una pasión que le viene en la sangre dado su origen francés. Desde siempre lo tuvo claro y pronto se licenció en la Escuela de Maestros Creperos de Bretaña, convirtiéndose así actualmente en la única en España que posee este título. Tras esto, se lanzó a las calles de París con un foodtruck rosa que más tarde trasladaría a Barcelona y después Madrid, ciudad donde se acabaría asentando. Sus crepes eran elogiados por los diferentes clientes que los probaban, por lo que acabó por decidirse a abrir su propio local con una filosofía muy clara: que el comensal viviera un viaje a Francia a través de los sentidos en Chamberí.
Y es que en esta crepería nos vamos a encontrar la auténtica tradición de la Bretaña francesa: la masa de los crepes y la mayoría de los ingredientes están traídos directamente de allí. La carta, nutrida únicamente por estos deliciosos bocados, cuenta con más de 50 posibilidades y se divide en dos: las galettes, hechas con trigo sarraceno, y las dulces, con trigo blanco. Bajo tanta variedad, la elección se vuelve complicada para el cliente, pero en La Crepería Rosa lo tienen todo muy bien pensado y por ello proponen tanto crepes más clásicos (de los que presumen que maravillan a todos los franceses que por allí se pasan), hasta otros más arriesgados y de receta propia como L’Iberique: un crepe de elogio a los productos de nuestro país en el que el chorizo es el protagonista. Para los amantes de los dulces, también tienen una irresistible oferta y sin duda, el cliente no se podrá ir sin probar el J’Adore, un crepe de mascarpone con Oreo y su brioche, una auténtica maravilla que nos hará saltar por los aires las papilas gustativas.
La decoración del local ha corrido a cargo de un diseñador francés, ya que para Kim era la única forma de transportar toda la cultura de su país a la crepería. En este caso, el interiorismo se ha alejado de las clásicas creperías y han apostado por una más moderna, más minimalista: un espacio con grandes cristaleras abierto a la calle y poca decoración en la que ciertas pinceladas rosas traen recuerdos del foodtruck donde todo se originó.