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‘La Caníbal’, los vinos de grifo nacen en Lavapiés

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Si hablamos de la zona más bulliciosa de Lavapiés, probablemente nos estemos refiriendo a la calle Argumosa. Este es precisamente el lugar elegido para asentar la sede de La Caníbal, una taberna que nació como apéndice del legendario O Pazo de Lugo, pero que poco a poco ha ido ganando terreno al archiconocido gallego que -por el momento- conserva un único y amplio salón al final del espacio.

La Caníbal y O Pazo comparten ahora la misma entrada y barra, aunque este espacio más joven ha ido desmarcándose de su predecesor, afianzado su apuesta por los vinos de grifo -por un lado- y adquiriendo un carácter más gastronómico, que sigue manteniendo su esencia gallega aunque abierta a explorar nuevos caminos. Otros de los principales atractivos de la casa son las cervezas artesanas de pequeños productores (incluso la suya propia) y tablas de queso para picar, para las que cuenta con una selección envidiable de quesos artesanos.

LA CANÍBAL vinos de grifo, cervezas artesanas y tablas de queso

Si nos centramos en el primero de sus valores, los vinos de grifo, la historia de La Caníbal da mucho de sí. Es el único local de Madrid que sirve los caldos con esta modalidad. ¿La razón? Todos ellos proceden de pequeñas bodegas, se seleccionan cuidadosamente y siguen una elaboración totalmente natural hasta que llegan a los 14 grifos -blancos y tintos de diversas procedencias- que tienen en funcionamiento. Se pueden servir en copas o bien en botellas de vidrio, así, lo puedes tomar en alguna de sus mesitas o llevártelo a casa.

'La Caníbal', los vinos de grifo nacen en Lavapiés

Además del zumo de uva, las cervezas artesanas copan parte de la atención cuando estamos en La Caníbal. Dentro de ellas, la marca propia de la casa es una de las que más sorprende al paladar. Y, por supuesto, las IPAS, el best seller del plantel cervecero. Y ya con la cerveza o el vino, a este combo solo le faltaba algo ‘caníbal’ que ayude a llenar el estómago. Y entonces nos hablan de queso y, claro, imposible negarse a hincar el diente.

BOCADOS TRADICIONALES QUE SABEN COMO NUEVOS

El giro gastronómico de La Caníbal coincide con la incorporación a su equipo de José Miguel Santamaría que ha diseñado unos bocados perfectos para armonizar con sus vinos naturales y las cervezas artesanales. Son, en su mayoría, platos típicos de taberna a los que el chef proporciona un twist de modernidad, permitiéndonos disfrutar de todos ellos como si fueran platos nuevos que degustamos por primera vez. Sucede, por ejemplo, con el salmorejo, que prepara con el AOVE La Caníbal, de cosecha propia, elaborado en la sierra del Gorrero. Este se sirve con mojama y un tomate de la huerta confitado en el centro. ¿El resultado? Extraordinario.

La Caníbal, los vinos de grifo nacen en Lavapiés

Trabajar con el producto de temporada es otra de las máximas de la cocina de La Caníbal. Así que debéis sentiros afortunados si cuando la visitéis encontráis en la carta las Alcachofas confitadas con papada ibérica, o las Berenjenas en escabeche de cítricos con queso Gamoneu del Valle y tomate confitado, dos de sus entrantes estrella. Si no, sus Croquetas de Chipirón con Kataifi o la Tapa de berberechos en escabeche son también magníficas opciones; con estos bocados La Caníbal ganó el concurso a la Mejor Tapa de Lavapiés 2018 y el Campeonato de Tapas y Pinchos de Madrid 2022, respectivamente.

La Caníbal, los vinos de grifo nacen en Lavapiés

En cuanto a los principales, ojo al Torrezno ibérico asado a baja temperatura con base de kimchi, que provoca adicción. Al igual que la Oreja de gocho con patata revolconas; lo de saborear platos tradicionales como si fueran nuevos lo decíamos en serio. Quienes quieran conocer la faceta gallega de esta vibrante taberna deben optar su Pulpo a feria, plato emblema de O Pazo de Lugo desde 1971; la Tortilla gallega con huevo de corral y servida al punto, que contiene chorizo, grelos y patatas; el Codillo o la Merluza a la gallega; o su Entrecot de vaca gallega cocinado a las brasas de carbón de encina, ¡superior!

Podríamos seguir enumerando platos, detallando su oferta de postres (obligadas las filloas), los talleres y catas que también aquí se celebran o el animado ambiente que se forma cada noche; a primera hora para el tapeo y, más tarde, para las cenas. No digamos los fines de semana, cuando conseguir una mesa libre se convierte casi en misión imposible. Y es que no puede ser de otra manera cuando un espacio tiene personalidad y, además, se hacen las cosas con pasión.

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