El beach club del Café del Rey
Lo de que «Aquí no hay playa» lo sabe toda España, y parte del extranjero. Pero lo que saben muy pocos, incluso la mayoría de los madrileños, es que Madrid cuenta con un increíble beach club de 1.ooo m2 que ocupa el primera tramo del Paseo del Rey, frente a la estación de Príncipe Pío. No hay mar, pero sí una extensa terraza con suelo de arena que llega directamente de Valencia, palmeras, sombrillas y tumbonas que nos trasladan directamente a las playas del Mediterráneo sin tener que salir de la capital.
Este singular espacio, gestionado por el bar-restaurante Café del Rey, funciona durante todo el día para que podamos pasar tanto a desayunar, tomar un aperitivo o comer a mediodía, hacer una cena informal o tomar unos cócteles con lxs amigxs hasta bien entrada la madrugada. Para ello dispone de diferentes zonas: un par de ellas cubiertas, con barra y suelo de madera, donde se ubican las mesas para comidas y cenas; y el resto, todo al descubierto y lleno de arena, está perfectamente ambientado como un chiringuito playero donde el público se entrega alegremente a los cócteles y copas. Incluso la banda sonora es diferente en una y otra área: mientras en la primera manda el chill out, en la zona de playa suena música electrónica y house (nada de reggeaton escucharás por aquí, afortunadamente), igual que en los beach clubs más cool.
Con este panorama, rara es la noche que no encontremos cola para acceder a esta playa urbana. Sus responsables solo admiten reservas en el caso de que vayamos a comer o cenar, pues el número de mesas destinadas para ello es más reducido; aunque conseguir una reserva tampoco es tarea fácil -advertimos-, intentad hacerlo siempre con la mayor antelación posible. Y es que si su lograda ambientación es un potente imán para los madrileños que ansían sentirse, de alguna manera, cerca del mar, su propuesta gastro también ejerce de potente reclamo. No podía ser de otra forma con esa apetecible carta llena de reinterpretaciones de algunos de los platos más populares de la cocina mediterránea y su política de precios contenidos, que evita cualquier tipo de elitismo en este chiringuito.
Entre los platos más recomendables de su propuesta, la Ensaladilla rusa de ventresca, que viene acompañada de pan de gambas para que nos podamos hacer una especie de montaditos; las Alcachofas fritas con jamón ibérico, uno de los platos que más triunfa en la sala; el Timbal de escalivada y queso de cabra gratinado, que adquiere diferente sabor en función de si lo acompañamos de crema de olivas o crema de albahaca; y el Tartar de atún rojo, un buen ejemplo de la creatividad de su equipo de cocina, que opta por macerar el atún en jengibre y soja, acompañando además el pescado de mango encurtido y mayonesa de wasabi. Quieren sorprender a nuestros paladares con combinaciones ingeniosas y, en efecto, lo consiguen; al igual que sucede con sus postres: la Espuma de fruta de la pasión y el Meloso de Nutella no deben pasarse por alto, por mucho que estamos metidos en la «operación bikini».
Ya para los visitantes con sed espirituosa, el espacio dispone de un Tiki Bar con sugerentes y llamativos cócteles diseñados para que nuestro paso por el beach club sea total. Hay daikiris, mojitos y kaipiriñas pero también combinados de presentaciones vistosas que siguen recetas propias, como el Pride (Ron blanco, curacao, mango y fresa), y otros que toman de los profesionales y bartenders que cada año ganan su concurso Café del Rey Cocktail Competition. En todo caso, lo mejor es indicar a su staff cómo prefieres los tragos para que te recomienden lo que más se ajusta a lo que buscas o proponerte algo nuevo que -con toda seguridad- te va a encantar.
Cócteles, platos mediterráneos, buena música, gente guapa con ganas de pasarlo bien… teniendo todo esto en el centro de Madrid, ¿quién echa de menos el mar? Bueno, no vamos a exagerar, un poquito sí, lo bueno es que la playa del Café del Rey nos pilla más cerca a todos y la tenemos disponible incluso cuando se haya acabado el verano, mientras dure el buen tiempo en la ciudad.
