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‘Bodegas Rosell’, azulejos con historia

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Es una de las tabernas más bellas y mejor conservadas de la zona próxima a la estación de Atocha. Fundada en 1920 pasó de despacho de vinos a bodega y luego a tasca ilustrada, que es por lo que la conocemos actualmente. En su fachada podemos ver una de las mejores obras del ceramista Alfonso Romero, sevillano con taller en Madrid, que fue responsable de los mosaicos que decoran el coso de Las Ventas o el tablao de Villa Rosa, entre otros. Un verdadero tesoro que impresiona por su claridad al anunciar lo que vamos a encontrar en su interior: “Exquisito vermouth y rico vino”.

Ya dentro llaman la atención los techos altos, las columnas de hierro forjado y la amplitud del espacio, que permite mesas a los lados, algún barril donde tapear de pie y una barra de obra que dispone de grifos de cerveza y vermouth Miró, este servido en vaso de caña con un trocito de naranja y una distintiva guinda. También destacan por su abultada bodega de vino, repleta de etiquetas que van renovando cada mes. Manuel Rosell, sumiller y varias veces finalista del certamen Nariz de oro, es el encargado de elegirlos y recomendarlos. Las pizarras que cuelgan de las paredes dan buena cuenta de ello, al igual que de las raciones: salmorejo, morcilla de Burgos, quesos puros de oveja o de cabra, chorizos al vino, chacinas, croquetitas caseras, sardinas ahumadas y su conocido bacalao Rosell, desmigado y macerado en aceite de oliva. Si se va con tiempo se puede encargar un cocido madrileño, que sirven en dos vuelcos, o diferentes arroces, como el de langostinos o bogavante.

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