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‘Shukran’, noches de verano en la Casa Árabe

Martín López

Es un edificio catalogado como monumento protegido, de ahí que a su alrededor nada nos indique la existencia de un restaurante en su interior. El edificio de las antiguas Escuelas Aguirre, sede de la Casa Árabe en Madrid, acoge un su planta baja el segundo – y más céntrico- restaurante de Shukran, grupo hostelero especializado en una de las cocinas más consumidas en todo el planeta, la libanesa. Cocina de inspiración mediterránea, muy cercana a la nuestra, que ha sido adaptada al paladar y al estilo de vida urbanita de los madrileños, tanto por su horario (abre todos los días de forma ininterrumpida) como por la variedad de sus propuestas que  aquí podemos disfrutar, y a precios más que razonables.

Sus responsables han recopilado especialidades de todo el área geográfica del Líbano que, como es habitual en el país, llegan a la mesa en pequeñas racioncitas para compartir. Verdaderamente apetitoso y placentero lo que se sirve, desde los platillos que hacen de entrantes a los dulces árabes que ofrecen para el postre, producidos por ellos mismos en su horno de Mejorada del Campo, al igual que el pan de pita que acompaña a sus platos. Entre los primeros, indispensable el hummus (de garbanzos o de berenjena, también conocido como metabal), el falafel, el kebbe (albóndigas con carne picada, piñones y cebolla) o un sorprendente rakayek (hojaldre relleno de queso libanés y acompañada de mermelada de tomate).

Restaurante libanés en la Casa Árabe de Madrid, Shukran

Conviene olvidarse de prejuicios a probar nuevos sabores -recomendación aplicable también a las salsas-, lo que podría privarnos de platos tan gustosos como la ensalada fatoush, la musaka libanesa o los shawarma (de ternera, pollo o mixto). En el apartado etílico son honestos y lejos de hacer patria, apuestan por los vinos españoles. Una docena de etiquetas, reservas y crianzas, que armonizan a la perfección con sus platos. Como también lo hace la cerveza de la casa, Brabante, para quienes prefieran redondear la propuesta de forma más informal.

Ni que decir tiene la de alegrías que proporciona Shukran a los aficionados a la cocina de Oriente. Más aún para los que, fieles a la tradición, gustan acabar la comida compartiendo un shisha (cachimba para fumar tabaco perfumado) con sus comensales. Para ellos el local dispone de una pequeña terraza cubierta con todos los elementos necesarios para cumplir el ritual. o un buen cóctel es otra opción para prolongar la sobremesa (Gin & Tea, para la tarde, o Mojiterráneo, para la noche); más si es verano, ha caído el sol y conseguimos mesa en la terraza que el restaurante extiende sobre el jardín de la Casa Árabe. Una especie de isla en el cruce de las calles Alcalá y O’donnell, frente al Retiro, y con el edificio neomudéjar más representativo de Madrid como telón de fondo. Nada más apetecible, ni más agradable.

 

*fotos: Bruno Rascão

 

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