En el barrio de Tetuán se encuentra uno de los restaurantes japoneses más célebres de Madrid, Naomi. Su apacible recibidor ya nos augura una experiencia especial; al traspasarlo, el calendario de tela que cuelga de la puerta nos obliga a agacharnos en señal de cortesía. Comienza un pequeño viaje al país del sol naciente.
Lo más peculiar de este modesto y familiar restaurante es sin duda su dueña, Yurico, que desde 1974 (es el segundo japonés más antiguo de la capital) lo regenta y lo impregna con su carácter. Ella te ayudará a elegir entre los platos de la carta, y si te descuidas decidirá por ti. No dudes en probar el sobakarei (tallarines soba con salsa de curry), el nasudengaku (berenjenas con salsa miso que nunca defraudan), o el delicioso hamachidon (tataki de pez limón con salsa teriyaki en tazón).
Aparte de la conocida tempura, sushi o sashimi, también podrás encontrar platos típicamente japoneses, más difíciles para el paladar occidental, como el atún crudo con soja fermentada (o con yema batida), el ankimo o hígado de rape (plato muy considerado en Japón), y en temporada (de noviembre a abril) el sushi de erizo. A la hora de los postres destacar el mouse de maracuyá y el helado de sésamo. Pero si quieres algo especial de verdad no dejes de probar el flan de café con nata líquida, elaborado con alga agar-agar, espectacular su sabor y textura.
Aunque está alejado del Centro, la sobresaliente calidad-precio de Naomi (Yurico bautizó al restaurante con el nombre de su hija) explica que el local esté siempre lleno, sea el día que sea; de manera que es indispensable reservar. Algo que impone también las dimensiones reducidas del local, con siete mesas de estilo occidental y otras dos más sobre tatami. A no ser que prefieras comer en uno de los taburetes que recorren su barra, no debes olvidar llamar con antelación; sus dos turnos de cenas (uno a las 21 y otro a las 23h) no dan abasto para atender a sus numerosos admiradores.
*fotos: Alfonso Ondarroa