‘Villa Capri’, el deslumbrante italiano que nos lleva al sur de Italia
Cruzar las puertas de Villa Capri es un wow instantáneo. De hecho, está llamado a ser el restaurante más instagrameable de la capital de los próximos meses. Pero, al igual que el anterior proyecto de sus responsables, Belmondo, tenemos que decir que en este italiano también se come estupendamente, por lo que la experiencia va a resultar redonda para todos los que consigan hacerse con una de sus mesas -ya hay una larga lista de espera para poder comer/cenar, y no hablamos únicamente del fin de semana- en este deslumbrante espacio que nos traslada a la glamurosa isla de Capri y a la cercana costa Amalfitana.
A pesar de apostar fuertemente por la estética, Villa Capri es un restaurante totalmente diferente a Belmondo. Comparten, no obstante, una oferta accesible a todo tipo de públicos y el uso de productos de temporada traídos directamente de Italia así como de pequeños productores locales, lo que se traduce en platos de gran sabor. El responsable de que esta magia se produzca es el chef romano Nicholas Amici que ha ideado para esta localización una selección de platos clásicos italianos pero con evidentes guiños a la cocina española. Así se explica que en los antipasti encontremos platos como el Gazpacho San Marzano (un gazpacho elaborado con el tomate que tradicionalmente se emplea en las pizzas), la Croquestar (croqueta con bechamel de trufa y jamón) o unas patatas bravas revisitadas a la italiana.
PASTA FRESCA Y PIZZAS NAPOLITANAS
Aún así, la pasta fresca, que podemos ver cómo se elabora en la cocina vista ubicada al fondo del restaurante, va a ser la gran protagonista de este espacio ubicado junto a la plaza de Santa Bárbara. Y en especial, el plato denominado como Fuck me, I´m famous: unos raviolis gigantes rellenos de carbonara y yema de huevo, con un crujiente de guanciale por encima y un toque de queso pecorino; espectacular. Otra opción que nos convención, fueron los Bottoni alla parmigiana, con la pasta rellana de berenjenas alla parmigiana y acompañada de salsa de tomates cherry, espuma de scamorza y ricotta salada.
La carta también incluye los clásicos anti pasti, como una Burrata Publiese (aquí rellano de pesto), un prosciutto acompañados de melón o, sin duda la mejor opción, una Tarta tatín de hojaldre con tomate confitados, cebolla pochada, provolone y albahaca que ya es, por derecho propio, uno de los hits de Villa Capri. Entre las especialidades de la casa figuran un Risotto con bisque y tartar de gambas, Pulpo a la parrilla o un plato de Pluma ibérica con salsa ver y hierbas, que además de riquísimo, resulta perfecto para compartir y permitirnos así probar más propuestas de la carta.
Estando tan cerca de Nápoles no podía faltar un potente surtido las pizzas napolitanas que tantos reconocimientos está dando al grupo Big Mamma (elegida recientemente como la tercera mejor cadena de pizza artesanal del mundo). Y, para culminar como es debido, grandes postres (en sabor y tamaño), también ideales para poner al centro de la mesa y disfrutar entre todos los comensales. Costará decidirse por uno de ellos pero, si os sirve de ayuda, el Boom Boom Ciao es obligado para los amantes del chocolate (una copa gigante que incluye tres tipos de chocolate en diferentes texturas)M y para los que busquen algo más refrescante y cítrico, recomendamos Mi limón, limonero, un postre que evoca a Capri y a sus característicos aromas cítricos que combina helado de limón, bizcocho al limoncello y crujiente de almendras.
TRES AMBIENTES + TERRAZA
En cuanto a la decoración, Villa Capri se estructura en tres ambientes que responden al mar, la orilla y la tierra. La primera de ellas es posiblemente la más impresionante, pues está presidida por una gran barra custodiada por un tritón y una sirena. Tras ella hay más de 2.000 botellas con los que su equipo de barman preparan también un montón de creativos cócteles (ojo a las presentaciones, que son también súper fotogénicas). A continuación, encontramos la orilla, un elegante salón decorado en tonos amarillos, con bancos inspirados en barcos y mesas de mármol; y, después, la tierra, donde está la cocina vista y distintas mesas altas alrededor. Falta el mar, sí: este lo encontrarás camino a los baños, un recorrido que está planteado como si camináramos bajo el bar (mejor descubrirlo por ti mismx).
Para que un restaurante sea perfecto a día de hoy ha de tener una coqueta terraza, y Villa Capri la tiene. Está justo a la entrada, en un pequeño jardín con dos enormes caballitos de mar (procedentes de un castillo abandonado de Sicilia) que se se ocupan de darnos la bienvenida. Este os otro de los muchos rincones instagrameables de este restaurante en el que -no podemos pasar por alto- juega un importante papel el staff, encargados en todo momento de que todo fluya con naturalidad y nos sintamos lo más cómodos posible. Por eso cuando sales de allí lo haces con una sonrisa de oreja a oreja. Villa Capri no es un local con encanto de los que tachar en la lista y pasar al siguiente, es un restaurante para hacerse asiduo.
