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‘Delirant’, trampantojos y letras en el barrio de Las Salesas

Laura Bolea

*** ESTABLECIMIENTO CERRADO ***

De los creadores de Delirant Valencia llega a Madrid su versión más castiza. Próximo al Paseo de Recoletos, este restaurante del grupo propone la misma idea delirante con la que trabaja en la casa madre y en la que casi nada es lo que parece. Porque ese es su juego: despistar al comensal con simpáticos juegos de palabras en la carta, y con originales presentaciones en el plato. En total, son trece los socios que se encuentran detrás del proyecto, aunque en Madrid las caras visibles son Carlos Pinazo y Pilar Borrel. El primero es el que se exprime los sesos inventando nuevas propuestas y trampantojos, mientras que la segunda dirige la sala con simpatía y presteza.

El local se divide en tres espacios, con una luminosa zona de barra en la entrada, un amplio pasillo con seis mesitas dobles en la parte central y un comedor de lo más agradable ubicado al fondo de dicho pasillo y custodiado por estanterías repletas de libros. Todo está decorado por ellos mismos, con la literatura como hilo conductor del ambiente y la mencionada biblioteca como joya de la corona (realmente funciona como una biblioteca de barrio). Además, tanto los cuadros como las ilustraciones que cuelgan de sus paredes están diseñados por el propio Pinazo, así como las lámparas fabricadas con libros que cuelgan en la zona de la barra y las vinagreras hechas con tubos de ensayo, gloria bendita.

Con las cosas del comer ocurre lo mismo que con la decoración: imaginación al poder, porque sin ella difícilmente descifrarás algún platillo de la carta. Aunque parezca increíble, Carlos la diseña al revés, primero piensa el nombre del plato y luego los ingredientes que lo puedan componer. Por ejemplo, Bla, bla, bla…, que es un Sándwich de lengua de ternera con rúcula y mayonesa de trufa, surgió antes de saber que la sinhueso sería la protagonista. Y así con todo, como el Hot Dog cuac Kwak, un perrito caliente de pato confitado con una cerveza belga que se llama Kwak. Así que, a menos que seas adivino, lo más recomendable es pedirle a Pilar que te eche una mano con la comanda y te dejes llevar por sus consejos.

 

Para empezar, puede que te recomiende la Torrija de tomate, hecha con pan de tomate y jamón ibérico por encima, o la Ensaladilla lusa, una versión de la receta en la que se sustituye el clásico atún por bacalao fresco confitado. Los más carnívoros podrán elegir un S3, una propuesta que incluye tres tipos de solomillo (vaca, canguro y cebra), salsas (cítrica, dulce y picante) y sales (ahumada, volcánica y de arcilla), o un Steak&Longaniza Tartar, con solomillo de buey aliñado de la manera tradicional y con longaniza fresca con aliño tailandés. Los que prefieran pescado tienen el Tetris (al tun tun) de tataki, un divertido tataki de atún cortado con la forma de las piezas del mítico juego de los 80, o el Bacalao al pils pils, preparado al vapor y acompañado por una crema de patata y malta de cerveza.

Si no eres de ideas fijas y prefieres dejarte llevar, échale un vistazo a los trampantojos más pintones de la carta, esos platillos que dicen ser una cosa pero que son otra (aunque se agradecen las pistas que dan algunos enunciados). La Crema catalana de torta del Casar da todo el pego, pero cuando te llevas la cuchara a la boca confirmas que es una crema salada de queso bastante sabrosa.  Lo mismo ocurre con la Macdalena, un panecillo con apariencia de magdalena pero relleno de carne de ternera picada con pepinillo, mostaza y queso. Del que no te puedes fiar es del Churro de rabo de toro, que va de chocolate con churros y resulta que sabe al guiso tradicional de toda la vida. En los postres también funciona el rollito de aparentar otra cosa, con platos estrella no sólo por su esmerada estética si no por su convincente sabor. Son el Tiramisushi, un bizcochito de la receta italiana presentada como el plato japonés más famosos del mundo, y los Huevos fritos con patatas, una crema de yogur y chocolate blanco con yema de sorbete de maracuyá y patatas de piña caramelizada.

Para beber disponen de una carta de vinos fundamentada en referencias españolas, aunque su verdadero fuerte son las cervezas artesanas, de las que presentan una treintena de propuestas embotelladas, entre etiquetas nacionales e internacionales, y cinco de barril. Lo mejor de esta carta es que explica las características de cada cerveza, lo que facilita bastante la elección. Delirantemente divertido. Merece la pena visitarlo.

EL IMPRESCINDIBLE es el Churro de rabo de toro, no sólo por su potente sabor al guiso tradicional, si no por su magnífica presentación. Para ello, retiran la carne del hueso y la introducen en un rulo de pasta brie, y la salsa resultante del propio guiso la presentan en una taza de café, pareciendo el plato un chocolate con churros de toda la vida.

FÍJATE EN… las lámparas de la zona de la barra. Todas ellas han sido diseñadas por Carlos Pinazo (excepto las industriales, lógicamente) a partir de libros. La más espectacular es la que hay en la zona de la izquierda, que se ve desde la calle. Una gran lámpara central redonda en la que las carcasas de varios libros hacen la función de pantalla. Muy, muy original.

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