La calle de la Encomienda es una de las más concurridas de la zona de La Latina. Con el paso de los años cada vez son más los establecimientos que abren sus puertas en esta vía para aportar aún más personalidad a esta calle que conecta los alrededores del Rastro con Lavapiés. Uno de estos locales es Jauja Café. Y que no te engañe el nombre porque a este restaurante hay que tomárselo muy en serio. Sobre todo después de probar algunas de sus creaciones -la mayoría de ellas en frío- en las que prima el buen producto y una combinación de sabores y técnicas que sorprende en cada plato. Y sí, a muy buen precio.
Después de años dedicadas al mundo de la hostelería y de ver cómo crecía el negocio de sus amigos de Toga, Sofía Rodríguez y Arantxa Haro decidieron lanzarse a la piscina. Lo hicieron con este restaurante en el que, además de una carta sencilla, hay menú del día y brunch los findes. Un local que, dicho sea de paso, es de los que resultan confortables desde el minuto uno: colores cálidos, sillas en color pastel y algunas fotografías y cuadros con un toque ligeramente gamberro, que se note que esto sí es Jauja.
EL BUEN PRODUCTO MEJOR EN CRUDO
Debido a las limitaciones de la cocina del local -no hay una salida de humos como tal-, en Jauja Café la mayoría de los platos son fríos y cuenta con algunas elaboraciones cocinadas al horno o al vapor. Esto hace que estemos hablando de una cocina saludable en la que se mima mucho el producto y se buscan técnicas y elaboraciones ingeniosas con un resultado que convence. Así, por ejemplo, Jauja Café empezó ideando una cocina más informal en la que destacaban sus dos pintxos: el Pintxo de ravioli de calabacín relleno de txangurro con huevas de pez volador y el Pintxo de brandada de bacalao con pimientos del piquillo dulces, uno de los más aclamados por los frecuentes del barrio. La mejor manera de saborearlos, con uno de sus vermut artesanos.
Si vamos a hablar de sus principales, merece la pena detenerse en su Tiradito de corvina trufado con alioli de ajo negro. Su presentación resulta, ya de por sí, atrayente y cuando hincamos el diente y acompañamos cada pieza de pescado con un pedazo de pan tostado, la explosión de sabores en la boca es brutal. Siguiendo con el pescado crudo, no puede faltar en todas las comandas su Tartar de atún rojo con helado de wasabi. Es uno de los best seller de Jauja y lo entendemos todo cuando lo probamos. El plato gana, y mucho, con ese helado de wasabi que sí sabe a wasabi pero no, no pica. Recomendación: no rechaces esta receta por pensar que el helado va a estar demasiado fuerte porque es un imprescindible. En serio.
Del pescado pasamos a la carne y lo hacemos por la puerta grande con un Tataki de presa ibérica con parmentier de boletus que tiene todas las papeletas para convertirse en el favorito de los que disfrutan de la carne roja. Intensidad que sienta de maravilla. Y de aquí, culminamos el menú con un dulce porque sí, el postre merece un pequeño (gran) hueco. Sus Milhojas con mascarpone, frambuesa y dulce de leche nos lo están pidiendo a gritos. Un hojaldre sencillo y un triplete de sabores que hace la boca agua con solo verlo.
A esta carta sencilla pero bien pensada se une una propuesta de menú del día entre semana y un completo brunch los fines de semana que forma un planazo perfecto para los domingos de rastro. Sí, estar de ‘jauja’ nunca nos había sentado tan bien.
EL IMPRESCINDIBLE es su Tartar de atún rojo con helado de wasabi. La calidad del pescado se nota desde el primer bocado y la combinación de sabores conforma un plato de 10.
FÍJATE EN… los cuadros y fotografías que cuelgan de sus paredes. Algunas de ellas parecen pinturas clásicas pero encierra un toque ciertamente ‘payasete’ que nos encanta. No te olvides de pasar tampoco por su baño. ¡Muy cool!