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‘Santa Rita’, una brasería con influencias del mundo en Chamberí

Maria G. Aguado

Nada nutre tanto como viajar, sobre todo en lo que a la gastronomía se refiere. Ana Sánchez y Luca Faverio lo saben bien. De sus experiencias por el mundo y de la sabiduría y la pasión de ella por la cocina ha nacido un concepto nuevo de brasería que se sale de la tradición más puritana del carbón para otorgarle la actualidad que dan los toques de fusión. Se llama Santa Rita y en ella prima el buen producto y un savoir faire en la cocina del que se impregna todo el local, decorado con un gusto exquisito.

Es verdad que hablar de fusión ya no implica vanguardia, parece que está todo visto. Pero de pronto a una pareja apasionada por las propuestas culinarias de otros países y por la clásica cocina en brasas de carbón, decide que el matrimonio de ambas propuestas es más que viable. Y así nace una nueva fusión inventada por Ana –toda la carta es creación suya– y caracterizada por el respeto al producto y por hacer mezclas aptas para todos los paladares, sin artificios, sólo buscando la coherencia del sabor.

SANTA RITA Salmon marinado en miel y kimchi con zatziki y hojas verdes-2

Partiendo de un producto de primera, comienza la combinación que da lugar a platos como los gambones al tandoori con guacamole de mango, un plato en el que contrasta la frescura de la fruta con el exotismo de las especias. El salmón marinado en miel y kimchi con zatziki y hojas verdes, en su punto, con un exterior crujiente y el interior sabroso, el kimchi, que le da el toque oriental, y el zatziki –una salsa de yogur griego con pepino–, que le aporta la frescura. Siendo brasería, la carne no puede faltar; hay desde un buen lomo de vaca vieja al carbón con mantequilla de ajo tostado, hasta un pollo de caserío al aroma de romero y tomillo. Pero también tienen platos tan nuestros como la escalibada de pimientos, berenjenas y cebollas braseados, los arroces al carbón, el salmorejo con pimientos a la brasa, o una alcachofa confitada al carbón que con su sencillez demuestra la importancia del producto, y es que la alcachofa se sirve simplemente abierta, con un golpe de brasa que realza su sabor y un poco de aceite de oliva virgen extra. Todos los platos con opción de media ración, para que se pueda probar más variedad y quede sitio para el postre, La Merienda, una crema de chocolate con escamas de sal Maldon, aceite de oliva y una fina rebanada de pan tostado, llena de la nostalgia de las meriendas de entonces. Además, de lunes a viernes hay un menú con un primer plato que incluye algún guiso y un segundo fuera de carta.

El diseño del local es obra de Ana, un lugar acogedor, cálido y sofisticado que consiguió crear a golpe de creatividad y de viajes al Rastro de Madrid en busca de esa vajilla de otra época y de esas lámparas tan especiales. El ladrillo visto y una iluminación muy cuidada hacen todo lo demás. Pero no ha sido un trabajo fácil, y en honor a esta causa casi imposible se llamó Santa Rita, la santa que ampara a quienes allí se reúnen, llena de tatuajes y con una aureola de cubiertos. Y es que aquí se toman el trabajo muy en serio, pero se viene a pasarlo bien.

* Fotos Paco Montanet

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