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‘Rómola’, cocina de altura y healthy

Maria G. Aguado

*** ESTABLECIMIENTO CERRADO ***

Quizá el siguiente paso de la cocina saludable era salir del mundo verde, es decir, de restaurantes que giran en torno a ensaladas, cremas y planchas. ¿Hacia dónde? Pues parece que hacia la alta cocina saludable, o eso es lo que propone Romola. Este nuevo enclave del Barrio de Salamanca promete convertirse en lugar de peregrinaje de aquellos que se cuidan y alaban el buen diseño de los restaurantes.

¿Cómo se hace cocina saludable cercana a la alta cocina? Con ayuda. Por eso el chef ejecutivo de Rómola,  Jorge Reina (formado con grandes como Quique Dacosta, Joachim Wissler, Diego Guerrero o Alberto Chicote) ha contado con el equipo de nutricionistas de Pronaf (una empresa para la educación de hábitos de vida saludables) para que le asesorara haciendo más sanos sus platos. Juntos han conseguido que ninguna de sus creaciones superen las 400 calorías (de hecho cada plato en carta lleva su valor calórico) pero que tampoco falten al sabor, la mezcla de texturas y la originalidad de la carta de este restaurante. De lo que sí carece es de los fritos, los azúcares, las harinas refinadas, las gasas trans y los conservantes.

Uno de los platos más representativos de Rómola el El huerto de Rómola, a simple vista un plato colorista de lo más atractivo que guarda varios secretos en su interior. Consiste en un puré de tupinambo sobre el que espolvorean una tierra de hongos y trufa y sobre ella, pequeñas verduras al dente (romescu, brócoli, coliflor, coliflor morada…), una mezcla de texturas muy interesante. Otro entrante a destacar (aunque la carta no tiene divisiones) la Sardina ahumada con uvas, huevas de mújol y suave ajo blanco, la sirven troceada entre cucharadas de huevas y ya en mesa bañan todo con una ajoblanco muy suave para comer con cuchara y todo junto. El Tartar de tomate rosa con nieve de tomate y albahaca es uno de los más frescos y de esos que dan buena muestra del producto que maneja el restaurante.

Ya en los platos fuertes, aunque tabién son dignas de compartir (otra cosa es que quieras hacerlo) son las Navajas glaseadas con kimchi y hojas orientales, favorito de los que ya han peregrinado hasta Hermosilla número 4. Con un punto picante, sabrosas y sorprendentes. Y el Jarrete de ibérico glaseado en 4 cocciones con endivias al carbón de encina merece mención especial. Una carne muy jugosa para compartir entre dos personas.

De postre, varias opciones en carta, como la Panna Cotta de pandan y polen o el Chocolate Romola, postres también sin ningún tipo de grasas saturadas, harinas ni azúcar refinada. Al igual que los pasteles que lucen en el pequeño mostrador junto a entrada, también listos para llevar a casa. De limón, de chocolate, de té matcha… Coloristas, como todos sus platos, y muy cremosas. Si no puedes con ellos en la comida, también están disponibles en los desayunos y las meriendas.

El diseño salta a la vista. El encargado ha sido el arquitecto Andrés Jaque quien, inspirándose en la belleza renacentista, ha llenado el espacio de mármol, también en el techo que se intercala con plantas colgantes. Ya bajando al suelo, un salón a doble altura, en la baja, pequeñas mesas bajas dispuestas para comer o tomar un café con las mismas sillas y sofás de terciopelo verde que llenan el salón superior. 

Un sitio de diseño que innova en cocinas. Desde luego tiene todas las papeletas de convertirse en el restaurante del momento.

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