Recorrer las calles del centro de Madrid es una actividad más que recomendable. Más allá de utilizarlas como simples vías que nos comunican con un destino, detenerse a observar sus edificios, su arte urbano o sus detalles curiosos es altamente recomendable. ¿Y si nos paramos a observar algunas de las esculturas humanas que salpican la capital? Puede que no conozcas todas, o que pases por delante cada día y te preguntes si hay alguna explicación detrás de ellas. Pues bien, hoy nos hemos propuesto darles vida y contarte por qué están ahí, haciendo que esta ciudad tenga (si cabe) aún más encanto.
TRAS JULIA
Puede que sea una de las esculturas más bellas que podemos encontrar en Madrid y no solo por su forma, sino también por la historia que guarda detrás. Una joven esculpida en bronce y apoyada al final de la calle Pez en uno de los muros laterales del Palacio de Bauer, hoy convertido en la Escuela Superior de Canto, sujeta unos libros en su brazo derecho. Esta joven estudiante representa a las primeras mujeres que pudieron asistir a la universidad en nuestro país. De hecho, algunos dicen que podría inspirarse en Concepción Arenal, una pionera jurista que tuvo que disfrazarse de hombre para asistir a las clases. Sea como fuere, su autor, Antonio Santín, sí ha confirmado que se trata de un homenaje a la antigua Universidad Central de Madrid.
EL HOMBRE SENTADO
Dentro de la plácida plaza de Latina, sin duda es la Plaza de la Paja el rincón que nos inspira más tranquilidad del barrio y, por eso, no hay mejor ubicación para El hombre sentado. Realizado en bronce por Félix Hernando, el hombre está acomodado en un banco, al pie del Palacio de los Vargas, y lee lo que parece ser un periódico. De hecho, con su dedo índice apunta a un titular que dice ‘Madrid lo rehabilitamos entre todos’ y que está fechado en 1997, año en el que este hombre de apariencia tranquila se asentó en una de las plazas con más encanto de la capital.
UN PINTOR PARA EL PRADO
Un pintor para el Prado es una de las esculturas a pie de calle más antiguas de la capital, ya que lleva mirando al Museo del Prado desde 1991. Julio López Hernando es el creador de esta escultura en bronce y lo es también del Homenaje a García Lorca que se sitúa en la Plaza de Santa Ana. Un pintor para el Prado está ubicada en la pradera que separa el edificio Villanueva perteneciente al Paseo del Prado y la Iglesia de los Jerónimos. El pintor representado en esta escultura parece estar buscando su lugar en la calle para comenzar a pintar y desplegar todas las herramientas que lleva a cuestas: caballete, lienzo, pinturas…
LA PASEANTE
A la altura del número 46 de la calle Palma se sitúa La Paseante, una mujer que se sitúa justo frente a la Escuela de Arte. Su postura corporal nos hace pensar que está bailando y, por eso, popularmente es conocida como Joven bailando. Realizada en bronce por Roberto Manzano Hernández, se sitúa en esta misma ubicación desde el año 1999. De todo el recopilatorio de esculturas, ésta es, sin duda, la que transmite mayor energía por su postura corporal y los pliegues de su ropa que, además, marcan su silueta de bailarina.
EL BARRENDERO
Quienes frecuentamos el centro, nos cruzamos casi a diario con la famosa escultura de El Barrendero de la plaza Jacinto Benavente. Lo que pocos saben es que se trata de un homenaje a todos los barrenderos de la ciudad y que fue inaugurada en el año 2001 por el entonces alcalde de Madrid, Álvarez del Manzano. Es una obra labrada en bronce por el escultor Félix Hernando García y su imagen está basada en Jesús Moreno, un auténtico barrendero madrileño. Además, como detalle curioso, esta escultura viste el uniforme que llevaba este gremio en el Madrid de los 60.
EL VECINO CURIOSO
En la calle Mayor se sitúa El vecino curioso, una escultura realizada en bronce por Salvador Fernández Oliva en 1999 y que se sitúa en la intersección entre la Calle Mayor y la Calle de la Almudena, justo sobre las ruinas de la Iglesia de Nuestra Señora de la Almudena. De hecho, apoya sus manos en la barandilla que protege los restos arqueológicos del que es considerado el templo más antiguo de la ciudad. Se trata de un hombre mayor con una boina calada -que podría recordar a la del traje de chulapo- que mira fijamente la estructura, curioseando entre los restos.
JOVEN PASEANDO
¿Quién no se ha hecho alguna foto con La Paseante a altas horas de la madrugada en la Plaza de San Ildefonso? Esta figura de bronce esculpida por Rafael González fue situada en la céntrica plaza malasañera en 1996 y, para sorpresa de muchos, tiene nombre propio. Se llama Susana, igual que la hija del artista, y todo parece apuntar que la joven se dirige a la Escuela de Arte La Palma, puesto que lleva una carpeta de grandes dimensiones bajo el brazo en la que posiblemente guarde algunos bocetos.
FAROLERO MADRILEÑO
El farolero madrileño es, sin duda, una de las esculturas menos conocidas de Madrid. Su ubicación anterior, en la Plaza del Carmen, la hacía más visible a madrileños y turistas pero actualmente está en Concepción Jerónima, junto al edificio de la Imprenta Municipal. Esculpida en bronde por Félix Hernando García en 1999 representa la extinta profesión del farolero, clave en el Madrid de otros tiempos. Y es que hasta 1940 se veía a estos hombres con pértiga (tal como se puede ver la escultura) encendiendo y apagando el alumbrado de las calles de Madrid.
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