Entre Plaza de España y el Templo de Debod se esconde un tesoro en forma de palacete del siglo XIX. De estética clasicista y rodeado por un bello jardín en su interior se encuentra uno de los museos más interesantes y bellos de Madrid. Es el Museo Cerralbo, en su día, casa-palacio del XVII Marqués de Cerralbo, que tenía dos utilidades: lugar de residencia del marqués y su familia, y albergar las colecciones de arte y antigüedades que fueron reuniendo a lo largo de su vida. A día de hoy este es su único cometido, conservando y exhibiendo al público las más de 50.000 piezas que el XVII Marqués de Cerralbo fue reuniendo con su familia gracias a los numerosos viajes que realizó por España y Europa, así como en las diferentes expediciones arqueológicas en las que participó.
Entre sus paredes conviven cuadros de Zurbarán, El Greco o Alonso Cano, con esculturas, relojes, monedas, armaduras, restos arqueológicos y muebles adquiridos por marqués Enrique de Aguilera y Gamboa, cuyo estilo de vida fue el ejemplo más fiel de las costumbres aristocráticas en la España del siglo XIX.
La historia de un marqués y su palacio
Mucho antes de ser Marqués de Cerralbo, el pequeño Enrique de Aguilera y Gamboa coleccionaba monedas. Las intercambiaba en los pequeños comercios que existían entonces en la capital. Mantuvo esta afición hasta en su etapa universitaria, en la que se hizo íntimo amigo de Juan Catalina García, entonces director del Museo Arqueológico Nacional.
A sus veinticuatro años, Gamboa intercalaba su labor como coleccionista con sus intervenciones en el partido carlista. La devoción que profesaba por don Carlos le llevó a ser fiel al carlismo toda su vida, igual que lo fue al coleccionismo. Se sabe que el marqués viajó por Europa con su mujer e hijastros, acudiendo a cientos de anticuarios y subastas. Fueron precisamente sus hijastros, con los que siempre mantuvo una excelente relación, los que regalaron a Gamboa un solar que se utilizó para edificar un palacio, hoy conocido como Museo Cerralbo.
Un mapa del palacio: ¿cómo se hace el recorrido?
El Museo Cerralbo está distribuido en dos plantas. Recibe a sus visitantes con una escalinata que lleva hacia tres recorridos diferentes: el de la primera planta, dividida en dos alas, y el de la planta de arriba. Cada una tenía objetivos diferentes para el marqués, y es importante comprenderlo para vivir una mejor experiencia de la ruta por el palacio.
La primera planta estaba pensada para hacer vida familiar. En el ala de verano destacan el jardín y el dormitorio privado del marqués. En el pasillo, que se encuentra justo antes del dormitorio, se ven condecoraciones y fotografías que explican el pasado del dueño del palacio.
En el ala de invierno se puede observar una gran presencia de figuras y motivos religiosos. Un pequeño altar custodia las habitaciones del lado izquierdo. Igual que en el ala de verano, el lujo de las paredes tapizadas, los espejos y los muebles resulta sobrecogedor.
Subiendo hacia la planta de arriba, se puede contemplar mejor la impresionante lámpara del hall. Una vez que ya entramos en el segundo piso, solamente queda disfrutar de la atmósfera que provoca el horror vacui. Se necesita una tarde para analizar cada reliquia que uno se encuentra en esta parte del recorrido. Nombres como Zurbarán o Ribera se esconden debajo de los enormes cuadros que llenan cada galería.
La segunda planta estaba dedicada a la vida social. Mostraba el estatus del marqués, que no dudó en escoger la ornamentación más exquisita para este espacio. Basta con admirar la gran armería que se expone nada más empezar la ruta por el piso de arriba o el despacho forrado de terciopelo que Gamboa utilizaba para reunirse con personajes políticos de la época.
A tener en cuenta antes de hacer nuestra visita
Al fallecer den 1922, el marqués de Cerralbo, legó al Estado sus colecciones, parte del edificio y rentas para poder poner en marcha el futuro museo. El legado se aceptó en 1924 y se incrementó en 1927 con el de su hijastra, Amelia del Valle.
El propio marqués de Cerralbo designó en su testamento a Juan Cabré Aguiló como primer director del museo (1922-1939). Su labor fue fundamental, pues realizó el inventario general de las colecciones del museo y se ocupó de adecuarlo a su nuevo uso y protegerlo durante la Guerra Civil.
No todo lo que hoy está en el Cerralbo ha permanecido allí desde el siglo XIX. Algunas de las piezas que encontramos durante el recorrido estaban en otras propiedades privadas del marqués y su familia. A la hora de trasladar las pertenencias del marqués hasta el Museo Cerralbo, no se tuvo en cuenta que el palacio es pequeño en comparación con los grandes museos de Madrid.
Esto afecta al visitante en cuanto a que puede verse atrapado en una cola de hora y media por temas de aforo si de verdad desea ver el palacio. Por esta cuestión, es esencial no escoger la hora punta (entre las 11:30 y las 12:45) para hacer la visita. Merece la pena madrugar y disfrutar del recorrido entre las 9:30 y las 10:30, justo cuando el Cerralbo abre sus puertas.
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