Si algo caracteriza a los bares de cualquier parte de los Estados Unidos es que son lugares de encuentro donde la gente no solo va a beber, sino también a charlar. Esta atmósfera acogedora y cercana, así como la pasión por las bebidas, es lo que ha llevado al equipo de Baton Rouge a abrir las puertas de esta coctelería en Madrid. Situada en el céntrico barrio de Huertas, toma su nombre de la capital de Louisiana. Tiene lógica pues este cocktail bar, que también cuenta con varias opciones de picoteo, se inspira directamente en lo que al otro lado del Atlántico conocen como ‘the local’: ese bar de toda la vida en el que la gente del barrio se mezcla con foráneos y amantes de los buenos tragos.
La decoración del local remite a la era poscolonial de Nueva Orleans, con tonos rojos y negros, madera oscura y ladrillo visto. Dividido en dos plantas, Baton Rouge ofrece al visitante un espacio agradable que invita a la conversación, ya sea alrededor de la barra o, si se busca un ambiente más íntimo, en algunas de sus mesas o sofás. Todo ello aderezado con música swing y jazz, y el mejor funk de los 60 y 70. Porque En Baton Rouge todo está pensado al detalle.
Si de algo puede presumir este rincón madrileño es de su carta de cócteles. Un total de una treintena de opciones elaboradas por el fundador del proyecto, Diego González, ex head bartender de Tatel de Madrid y curtido en locales del Soho londinense y Nueva York -ciudades en las que aprendió de los mejores del mundo, llegando a ser nominado como mejor barman de Reino Unido en 2000 y 2002-. Un bagaje cosmopolita que ha contribuido a la manera en la que hoy se expresa a través de sus mezclas, muchas de ellas elaboradas por ellos mismos en la trastienda del local. Al final, Baton Rouge consigue ofrecer amplio registro de sabores para poder llegar a todos los públicos; con combinados en los que priman -según elijamos- los amargos, ahumados, cítricos, picantes, florales, afrutados o los tropicales, pero redondeando el conjunto con un admirable equilibro en muchas ocasiones difícil de encontrar.
La carta, además, se estructura en capítulos, como si de un libro se tratara, que versan sobre los tres estilos artísticos que han inspirado el proceso de creación: Pop Art, Clasicismo, y Surrealismo. Y no hablamos únicamente de cómo se ensamblan los ingredientes, el arte se manifiesta también en la estética y en las vasijas y vasos en que estos se brindan al público. Como sucede con el Voynich´s Mangoscript, un cóctel que se inspira en el manuscrito de Voynich, y que mezcla ron macerado en té y cardamomo, cordial de mango, amontillado y curry en un vaso de madera que llega acompañado del manuscrito atado y una oblea en forma de pluma. Otra presentación que sorprende es la del del Hide & Seek, incluido también en el capítulo Surrealismo, y que combina tequila, chartreuse amarillo, jalapeños y lima en una taza donde un camaleón ejerce como asa; por si fuera poco, la mezcla aparece combinada con una fruta de la pasión flambeada.
Para hacérnoslo más fácil, todo viene correspondientemente detallado en la carta, mediante ilustraciones e iconos referentes al tipo de vaso en que se sirve, si está agitado o construido en vaso, qué tipo de sabores se experimentan (cítrico, amargo, floral) y hasta el público al que se dirigen. Desde los aventureros dispuestos a cruzar fronteras a aquellos que tienen una mente abierta, que buscan cócteles modernos; estos, sin duda, serán los que mejor aprecien los matices del Lost Love, uno de sus combinados estrella, elaborado con Campari, Ron, Fruta de la pasión, flor de cerezo y lima; realmente original.
APERITIVOS Y PICOTEO
Pero no queda ahí la cosa. Además de una decena de (apetecibles) cócteles sin alcohol, la carta incluye también un capítulo denominado ‘Aperitivos y Baja Graduación’ con tragos algo más ligeros de alcohol, refrescantes y un poco amargos, que son idóneos para abrir el apetito. Incluso una lista de boilermakers para los que gustan de combinar cerveza con shots de distintos destilados mientras se disfruta de una buena conversación.
Y ojo, porque si el hambre llama, podemos acompañar nuestro combinado con diferentes platillos de finger food como Croquetas (Idiazábal, chipirón y setas con trufa), Quesadillas (de pollo y bacon con cheddar) o Tacos de cochinita pibil. Pero si hay un plato por el que debemos alabar también la cocina de Baton Rouge son las Louisiana Wings, unas alitas de pollo al estilo sureño que son realmente adictivas. Algo que sucede también con su hamburguesas, de las más predicadas de la zona, de ahí que Diego decidiera retirarlas de la carta porque era tal la afluencia de público que temía que su espacio se convirtiera en una hamburguesería. Aún así, ha decidido premiar a sus fieles preparando sus célebres burgers una vez al mes, siempre en lunes, a los que ha denominado ‘lunes de la hamburguesa’ y suelen celebrarse la primera semana de cada mes.
Se agradece, por tanto, que además de dominar las artes de la gastronomía líquida, también lo haga con la física, así ayudan a que podamos salir de Baton Rouge andando en línea recta.