Si has estado últimamente en Londres o Nueva York, es posible que te resulte familiar el concepto de los cereal bars, locales donde los protagonistas absolutos son los cereales, que se pueden consumir en cualquier momento del día, acompañados de una amplia variedad de leches y toppings. Era cuestión de tiempo que la idea llegara a Madrid y lo ha hecho de la mano de un equipo de gente joven y talentosa.
Cristina es publicista y, aunque trabajó durante algunos años en agencias de publicidad, llevaba un tiempo pensando en abrir un café de cereales en Madrid. Cuando se enteró de la apertura de un negocio así en Londres, pensó que era el momento de ponerse manos a la obra y montar uno aquí. Para ello, contactó con Marcos, un amigo de la universidad, que estaba viviendo en la capital británica por aquel entonces, y le pidió que se lanzara con ella a la aventura. A ellos se unieron Jaime y José, y después de algo más de un año dándole forma a la idea, por fin abrieron su cereal bar entre Tribunal y Alonso Martínez.
Cereal Hunters nace como la primera cafetería de cereales que abre en nuestro país y lo hace con el propósito de que la gente pueda desayunar como en su casa, pero dándole una vuelta al tradicional bol de cereales. Quieren que esta costumbre tan casera se convierta en algo común fuera de casa y que la gente los consuma a cualquier edad, sin complejos. Para ello, cuentan con una selección de más de 120 tipos de cereales, tanto nacionales como internacionales, que se pueden tomar con más de 10 tipos diferentes de leches animales y vegetales –de vaca, de oveja, de soja, de avena, de almendras o de espelta, entre otras; para los cereales, suelen recomendar la de coco, que al ser un poco azucarada, combina muy bien con éstos–.
Lucky Charms, Froot Loops, Hershey’s o los Kellogg’s de toda la vida, la variedad es enorme y no resulta fácil decidirse entre tanta caja de colores, aunque los chicos de Cereal Hunters siempre están ahí para asesorar a quien lo necesite. Primero se elige en tamaño del bol y luego el tipo de cereal, al que se le puede añadir un topping o un sirope, y finalmente el tipo de leche que queremos para mezclar. Para seleccionar los cereales que tienen a la venta, se inclinan por el factor dulce y también por aquellos que resultan más novedosos. Aunque a Cereal Hunter uno viene a darlo todo a nivel calórico, también tienen opciones de lo más sanas, como el muesli, los cereales sin azúcar, o el porridge –una especie de papilla de avena que se mezcla con leche y se suele tomar con miel, frutas y frutos secos–.
Hay tres tamaños de bol a elegir –pequeño, mediano y grande–, para tomar en el local o para llevar, y un sinfín de toppings, que van desde mini-galletitas a fruta fresca o deshidratada, pasando por marshmallows, M&M’S, Filipinos… y para los más pequeños, existe la opción de teñir la leche de colores. Además, hacen batidos de cereales con la marca que tú elijas, o de Twix, Oreo, Chips Ahoy y también de frutas. Para los menos fanáticos de los cereales, cuentan con algo de bollería –croissants, donuts y tartas caseras–, tostadas –la clásica con mantequilla y mermelada o con aceite de oliva y tomate, y otras más americanas, como la de mantequilla de cacahuete y mermelada o la Cloudy Monkey, con plátano, fresa, Philadeplhia y miel–, sándwiches y pop-tarts, unas galletas de cereales con diferentes rellenos que se hornean y se comen calientes. Para beber, cafés, tés, chocolate caliente o batidos de frutas.
La estética del local es bastante minimalista, con mesas de madera –en las que destacan unas pequeñas plantas carnívoras– y unos llamativos sillones rojos que le dan un cierto aire americano. De las paredes cuelgan escenas de series y películas en las que los cereales tienen algún protagonismo –cómo olvidar esa escena de ‘Cariño, he encogido a los niños’ en la que el padre casi devora a su hijo, a punto de ahogarse en un bol de Cheerios– y en las estanterías podemos contemplar un buen surtido de cajas de cereales de coleccionista, entre las que hay ediciones especiales, cajas con personajes famosos y antigüedades. Sin duda, vale la pena darse una vuelta por este peculiar museo de la historia de los cereales.
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* Fotos Alfonso Ondarroa