Está de moda, eso es innegable. Pero pocos conocen las cualidades que diferencian a una buena cerveza artesana y menos aún los que saben que puede maridar a la perfección con una hamburguesa o con un dim sum de gambas. Para educarnos en este mundillo y difundir sus grandes verdades existen sitios como The Stuyck, el bar de la Corredera Alta de San Pablo consagrado a la craft beer y a la good food que se ha propuesto enamorar a los fanáticos de la cerveza artesana y a aquellos que ni siquiera beben las de tipo industrial. ¿Cómo? Con producto de máxima calidad, procedente de fábricas jóvenes y locales que trabajan con la misma pasión que ellos.
Apuestan por la variedad. Por sus 14 grifos desfilan semanalmente diferentes tipos de cerveza artesana seleccionada, elaborada en Madrid, Navarra, Cataluña o incluso Valladolid, porque dicen que en España se está haciendo muy buena craft beer. Y cómo no, también tienen de Dinamarca, Bélgica, Reino Unido, Estados Unidos… Ni qué decir tiene que lo mejor es dejarse aconsejar; todo el equipo de The Stuyck, incluidos camareros, eligen personalmente las cervezas que pinchan en sus grifos. Por eso nadie mejor que ellos para descifrar los nombres anotados en la pizarra de las cervezas del día, dando a probar hasta encontrar la que más gusta a cada uno. El ritmo de rotación es elevado, casi semanal, por lo que será difícil encontrar la misma cerveza, incluso para los clientes más habituales.
Al frente está Rafa Stuyck, un joven empresario conocido en Malasaña por su pasión por la cerveza artesana de calidad desde que regentaba otro bar en la calle Palma. Lo curioso es que, al mismo tiempo, es miembro de una saga familiar procedente de Amberes, cuna de las cervezas de abadía, y muy vinculada a la artesanía -sus antepasados crearon y dirigieron la Real Fábrica de Tapices de Madrid desde 1720-. De su familia ha heredado ese cuidado por el detalle y por la personalización, tanto que, desde la cristalería a la carta, están seleccionadas para que combinen a la perfección con las cervezas que pasan por sus grifos.
Carta maridada con las cervezas artesanas
Tras una visita a The Stuyck, uno comprueba que el dim sum de gambas al ajillo casa muy bien con cervezas estilo Saison por sus toques ácidos, especiados y poco maltosos, y que la hamburguesa de picada de carne de buey ahumada con bacon, servida en un esponjoso mollete de pan de cerveza negra, marida con una Red Ale por su alto contenido en lúpulo. Así de coherente es la carta gastronómica de este local, compuesta por platos pensados para compartir y comer con los dedos, muy en la línea de cocina street food de marcado acento internacional, pero en el que se deja notar cierto aire cañí, tanto en las raciones como en el plato del día, como ellos llaman a su menú compuesto por tres platos y media pinta de cerveza artesana.
Y como no son excluyentes, también ofrecen una pequeña selección de vinos y destilados, escogidos siguiendo los mismos criterios de calidad y filosofía artesana que con la cerveza. Son artesanos hasta en la decoración del local, donde han sabido sacar a relucir sus paredes de ladrillo visto, sus vigas de madera y sus columnas de hierro de principios de siglo pasado. La zona de barra y el comedor, ambos a pie de calle, se completan con un tercer espacio en la planta sótano: una cava baja en la que, además de guardar cuidadosamente los barriles de cerveza, imparten cursos de formación, catas, mesas redondas y talleres para todo el que quiera saber más de este mundillo. Porque su idea es crear escuela y hacer de sus clientes los mejores críticos de cerveza artesana a golpe de buen producto y secretos desvelados. Ya era hora de que alguien aportara un poquito de honestidad a un sector tan confuso y complejo.
* Fotos Alfonso Ondarroa