Gorila podría estar en Londres o Nueva York pero habita una de las calles más emblemáticas de Malasaña, la Corredera Baja de San Pablo, ocupando el local del antiguo The Wall que, dicho sea de paso, ha quedado irreconocible tras un importante lavado de cara.
Después del éxito cosechado en El 13 y Naïf, José María Aguilar y Tato Repetto, ‘Mr Hazëlnut’ pensaron abrir un sitio nuevo en el que pudieran dar más que nunca rienda suelta a toda la creatividad que llevaban dentro. Y así, echando mano de su experiencia en proyectos anteriores pero persiguiendo un concepto de bar muy distinto, se embarcaron en la aventura de Gorila sin salirse, faltaría más, del perímetro del barrio que es ya su zona habitual de maniobras.
El resultado es un bar acogedor, algo canalla, donde tomar un café a media mañana o unas cañas al caer la tarde. Nos recomiendan especialmente los smoothies y los frozen mojitos. O los frozen daiquiris, porque aquí cualquier clásico lo convierten en frozen, y tan frescos.
La carta ofrece lo justo para picar algo entre horas o saciar el apetito si se nos despierta el gusanillo, una media docena de tostas y bagels,de entre los que nos permitimos sugerir el de salmón y el de pizza. Aunque el bar resulte perfecto para la tarde y la primera copa, su horario abarca desde los desayunos hasta pasada la happy hour (de 19 a ooh) en la que el 2×1 hace que cervezas, cócteles y algunos gintonics se tomen de dos en dos.
Y si piensan que una ‘hora feliz’ de cinco horas es lo más osado que pueden encontrar en Gorila es porque todavía no les he hablado de su aspecto. Madera reciclada, sillas antiguas, acero y arte callejero. No es algo que no hayamos visto antes, pero no hablamos de novedad sino de carisma en este lugar donde el espacio importa, y mucho.
Pasen y disfruten de esta propuesta gamberra y cosmopolita donde los murales warholianos de Mr Hazëlnut –en especial el del enorme primate que pone nombre al local- son marca de la casa. Una casa en la que todos están invitados a tomar parte activa ya sea a través de las exposiciones y workshops, o apuntándose a los concursos de fotografía que organizan de cuando en cuando. Porque Gorila es el lugar donde el arte urbano llega hasta los sitios más inesperados. Y si no, no tienen más que hacer una visita a los baños forrados con fotos disparadas por Rolling Habits. Toda una declaración de intenciones.
*Fotos: Nacho Castañón