Restaurante todoterreno, taberna de altos vuelos, tasca del siglo XXI…. muchos son los calificativos que desde su llegada a la calle Colón ha recibido El Mandil de Maravillas. Un espacio que se ha ganado el corazón de los vecinos y habituales de la zona con su apuesta por la sencillez, por la cocina y los platos de siempre: pucheros caseros al mediodía, raciones para compartir con los amigos y, por supuesto, el buen tapeo. Y aunque en esta casa se tiene muy a gala la buena costumbre de ofrecer una tapa gratis por cada consumición, sus pinchos hacen furor. De ahí que sus responsables se hayan decidido a ampliar su carta de pinchos con nuevos y sugerentes platillos que irán renovándose cada mes.
Son tapas elaboradas al momento, de cuidada presentación, que ofrecen una versión renovada de los platillos de tapeo de toda la vida, especialmente de los elaborados en San Sebastián y Bilbao, ciudades en las que se inspiran muchas de las recetas que figuran en la pizarra. Como el pincho de chocofrito con cebolla caramelizada y ajoaceite, el bombón de morcilla, o el salpicón de marisco, en sofisticado formato servido en copa de cóctel. Mención especial merece el apartado de cazuelitas de huevos trufados a baja temperatura: con jamón ibérico y foie, con trigueros y setas, o con berenjenas confitadas y crujiente de panceta ibérica. Todas cumplen, y con creces, las expectativas.
No conviene pasar por alto sus clásicos, los pinchos que han dado nombre a El Mandil y que, a día de hoy, son inamovibles de la vitrina de su barra: presa ibérica con manzana y salsa de miel, brocheta de pollo al teriyaki o rollito de salmón ahumado con crema de queso, por citar algunos. Platillos que, más que presentaciones creativas, ponen el sabor en primer plano, y con precios que invitan a probar hasta quedar saciados. ¿Se puede pedir más?