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‘Polineko’, un café de gatos en La Latina

María Arranz

En Japón, los neko cafés –o cafés de gatos, para que nos entendamos– causaron furor cuando empezaron a proliferar a principios del milenio. Allí, en muchas casas no está permitido tener animales, por lo que los amantes de los felinos encontraron en los cafés gatunos un refugio perfecto en el que calmar sus ansias de acariciar, mimar y pasar tiempo con estos fascinantes animales. Todo un cat café al más puro estilo de los que podemos encontrar en el país del sol naciente. 

Polineko (Carrera de San Francisco, 11 <M> La Latina) es un café y un centro de ocio al que la gente acude para tomarse algo mientras pasa tiempo con los gatos, que también provienen de protectoras y se pueden adoptar. Aunque desde Polineko no gestionan directamente las adopciones, sino que éstas se realizan a través de la protectora de la que venga cada gato. Al frente de Polineko se encuentran Melisa y Steven Cheung, hermanos y socios, que han creado un espacio para favorecer que la química entre gatos y posibles adoptantes surja de forma natural. Aquí, los gatos que en una protectora estarían dentro de una jaula con otros tantos más, pueden acercarse a la gente, interactuar con ella y, como ellos dicen, elegir a la persona con la que se quieren ir. Porque ya se sabe que, en el caso de los gatos, son ellos los que eligen a su dueño y no al revés. 

Polineko | Café de gatos japonés barrio de La LatinaUbicado muy cerca de la Basílica de San Francisco El Grande, en pleno barrio de La Latina, Polineko busca que la gente se sienta como si estuviera en el salón de su casa. Por aquí pasan desde estudiantes que viven en pisos compartidos y no pueden tener gatos, hasta padres que quieren inculcar a sus hijos el respeto por los animales. Además de los gatos de la casa –Hato y Hachiko, que son los únicos que no se pueden adoptar–, cuentan con alrededor de una decena de felinos, a partir de tres meses de edad, repartidos en un amplio espacio con rascadores y juegos para ellos, así como sofás y mesas que comparten con los humanos que les vienen a visitar.

En Polineko se paga en función del tiempo que vayas a estar y siempre se invita a una consumición. Antes de entrar, a todo el mundo se le explican las normas –no gritar, no forzar a los gatos, no jugar con las manos, respetar su sueño, no correr detrás de ellos, etc– y el personal de Polineko está pendiente de aconsejar a la gente si tienen dudas sobre cómo actuar con alguno de los gatos o sobre cómo jugar con ellos. En el interior hay libros y juegos de mesa para que la gente vaya allí a disfrutar como lo haría en cualquier otra cafetería, eso sí, en compañía de gatos. En su carta cuentan con cafés, tés e infusiones naturales, zumos, refrescos y cervezas japonesas, y para merendar tienen dorayakis –un famoso dulce japonés– o cereales de importación

En la entrada, además del mostrador donde se da la bienvenida los clientes, también cuentan con una tienda de cosas para gatos –como fuentes o juguetes– y cosas de gatos para humanos –como peluches, mochilas, bisutería, diademas con orejas…–. También organizan periódicamente actividades, que van desde conciertos acústicos a intercambio de idiomas y encuentros gatunos para resolver dudas sobre el comportamiento y cuidado de estos animales.

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