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‘Mamá Campo’, de la tierra a la mesa

Redacción

De la tierra a la mesa pasando por un supermercado propio. El concepto que presenta Mamá Campo es pionero en Madrid, no solo por el hecho de que restaurante y tienda están interconectados y se nutren mutuamente, sino porque además lo hacen con materias primas ecológicas provenientes de pequeños productores, seleccionados personalmente por Nacho Aparicio y su socio, David Yllera de la Concha. Todos, como no podía ser de otro modo, de una calidad excelente.

Son dos negocios en uno. Tres, si contamos que van de la mano con La Cocinita de Chamberí, el espacio de nutrición infantil. Y los tres en torno a la Plaza de Olavide. Existe la opción de comprar y llevar a casa una variedad de verduras, especias, pastas, carnes, conservas y hasta alcoholes nacidos en cultivos naturales, sin presencia de químicos y a un precio que se equipara al del común de los mercados. Y es que esa era la idea inicial de Nacho, acercar a la gente los buenos productos y quitarles el miedo a lo ecológico en cuestión de costes. Si no nos apetece cocinar, no hay problema. Dani Larios (ex chef del estrellado El Pirata en Londres) lo hace por nosotros apenas a unos pasos de la tienda.

Mama Campo restaurante y tienda ecológica

En Mamá Campo se alejan, aunque uno pueda pensar lo contrario, de esa estética de herbolario clásico. Desde el principio, al proyecto gastronómico se le unió un potente concepto de diseño que mezcla las tendencias de los artistas y diseñadores nacionales del momento. En la tienda, tras hacernos con uno de los capazos pintados a mano de Carlos Villoslada nos recibe un jardín liofilizado, unas pet lamps de Álvaro Catalán de Ocón, estanterías de Artilujos, hortalizas tejidas por Lana Connection, creaciones de Jacobo Gavira, muebles reciclados… Todo marida con lo que se vende, y destila aire cosmopolita y un gusto exquisito. En el restaurante, nos acoge el vestíbulo dibujado por Nuria Mora, taburetes de Inés Benavides y hasta algunas joyas de Baas o Tusquets para sentarnos y ponernos cómodos.

A lo largo de dos plantas, la primera con comedor y barra y la de abajo con mesa comunal y cocina vista, se distribuyen unos platos que salen de una carta muy española, tradicional, con la seguridad, como no, de que el producto es fantástico. El salmorejo, los bajotierras segovianos asados (puerros, cebolletas y patatas), las croquetas de cocido con su caldo en vaso (espectaculares), los huevos de Mikel (proveedor de Berasategui) con un nido de patatas tempurizadas, o la carrillera de cerdo estofada son todas sabrosas elecciones a las que acompañan los panes artesanos de Javier Marca (Panic)

Mamá Campo huele a exitazo. Por atrevido, por único, por original, por delicioso. Un sitio distinto donde hacer la compra y recogerla al momento directamente sobre el plato.

 

*fotos: Alber Sánchez

 

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