Un ‘Anticafé’ en los Austrias
Entre las tranquilas callejuelas que separan la Calle Mayor de la Plaza de Ópera se encuentra Anticafé, una cafetería-coctelería cuyo nombre explica su condición de lugar especial, diferente, fuera de lo normal. Su emplazamiento céntrico, en el Madrid de los Austrias, pero alejado del tránsito embarullado de las calles más principales, hace que se algunos lo conozcan como ‘el secreto mejor guardado de Ópera’.
Todo en el Anticafé resulta íntimo, sus tres salas repartidas en dos pisos se dividen en diferentes espacios, diseñados claramente para resultar privados y acogedores, pero también fácilmente combinables entre sí para albergar celebraciones y eventos; en definitiva, da mucho juego. En ellos, sillones, sillas y mesas de todo tipo se complementan de un modo ecléctico con objetos y muebles adquiridos en el Rastro. Marto, copropietario y artista multifaceta, aporta su creatividad a la decoración con la intención de crear un espacio dedicado al relax y al disfrute de la compañía, el arte y los sabores. Es su sueño.
Expuesta sobre la barra espera la fruta fresca con la que prepara deliciosos zumos, batidos naturales y cócteles, su principal apuesta, y con la que se propone dar un giro a la adocenada oferta coctelera de gin tonics y mojitos que impera en la ciudad. Las especialidades de la casa, el Ruso Blanco, que se presenta en tres estratos de vodka, licor café y crema; el Aviation, combinado de ginebra, licor marraschino, sirope de violetas y limón; o el Tequila Sunrise acompañado de fresas. Aquellos que prefieran evitar el alcohol sacian la sed con el mojito de piña y el Mini Mouse, mezcla de soda, limón, naranja y un toque de granadina.
La carta comprende también una gran variedad de cafés e infusiones (aquí solo emplean leche fresca, de arroz o soja, un detalle capaz de dar al café un sabor totalmente distinto), y que casan perfectamente con la esponjosa tarta de zanahoria casera. Cervezas, nacionales y de importación, vinos y licores también tienen su sitio entre las consumiciones habituales que Marto acompaña siempre con un cuenco de palomitas o chucherías dulces.
Un lugar perfecto para el afterwork que fluye de la tarde a la noche a través de la música, sustituyendo cafés y reuniones por combinados y risas.
