*** ESTABLECIMIENTO CERRADO ***
La apertura de Dray Martina en la zona de Las Salesas ha causado revuelo entre los cazadores de nuevos espacios gastronómicos de la capital. Su atmósfera especial y unas originales propuestas culinarias lo convierten en uno de los restaurantes imprescindibles para los amantes de lo cool que no están dispuestos a renunciar a la buena mesa.
La singular decoración, de inspiración retro actualizada con elementos más industriales, ha corrido a cargo del equipo de Madrid in Love, los gurús capitalinos del diseño de interiores. El blanco y la madera se imponen como protagonistas en los dos salones de que consta el espacio. De las paredes cuelgan cuadros antiguos con marcos dorados, y en las estanterías se apilan revistas de moda junto a viejos discos de vinilo. Ramas de olivo y pequeñas macetas con cactus salpican el restaurante de verde. Durante el día, Dray Martina luce claro y luminoso. De noche, la luz es más tenue e incita a fijarse en el atrevido popurrí de lámparas que cuelgan del techo: cestos de mimbre, bolas de metacrilato y enormes lámparas ‘vértigo’ adquiridas en París. En la planta de abajo, un espacio abovedado para celebraciones, cenas y fiestas privadas, donde la ambientación irá cambiando en función de la temporada, o el capricho de sus responsables, que en lo referente a interiorismo y tendencias andan sobrados.
Pero Dray Martina llega con la intención de cautivar también el paladar de su clientela, que abarca desde señoras descansando tras la jornada de compras a parejas en búsqueda de algo de romanticismo, pasando por parroquianos de Chueca y público hipster. Por ello han buscado un carta versátil con sugerentes platos inspirados en la gastronomía mediterránea, a los que han procurado darles un toque de diversión marca personal de la casa. ¿Cómo lo consiguen? Sirviendo el salmorejo sobre un helado de queso de cabra con crujiente de ibérico; el ceviche, con palomitas; y los mejillones, bañados de salsa picante Pao-thai dentro de una sopera antigua y acompañados de un cucurucho de patatas fritas; entrantes factibles de compartir que dejan buenos recuerdos.
Entre los segundos, son incuestionables el arroz de Calasparra con chipirones y boletus; el pez mantequilla con tomate, jengibre, brócoli y queso; y el atún con verduritas, brotes y flores. Buscan ser creativos en el fondo y en las formas, si bien para el menú del día optan por algo más conservador. Y como hay que contentar a todos, no se han olvidado de incluir un pequeño apartado en su carta dedicado a las hamburguesas, sándwiches y bagels. Para los postres, un auténtico repertorio de repostería casera con tarta de zanahoria (la misma que sirven en Maricastaña, que para eso comparten dirección), crumble de ciruelas y manzana, el clásico tiramisú… o las más especiales, el cheesecake en mousse servido en un tarro de cristal antiguo, o el helado Martina (el más sorprendente), dentro de una pequeña maceta, recubierto de galleta oreo en polvo y con toppings al gusto.
Para acompañar, una interesante selección de caldos, todos de bodegas jóvenes más algún clásico para satisfacer a los paladares más convencionales.
En Dray Martina no han querido prescindir del brunch, que lo sirven en tres versiones, castiza, francesa y bio. Y como no entienden de horas ni de costumbres (su cocina está abierta ininterrumpidamente), los caprichosos podrán ver sus antojos culinarios satisfechos, sean cuales sean, en cualquier momento del día o de la noche.