Se veía venir. Después de colarse en la carta de alguno de los últimos restaurantes asiáticos abiertos en la ciudad, y siguiendo un poco la estela de otras modas heladeras venidas desde Oriente -como el taiyaki-, el bubble waffle ya tiene su propio local dedicado en exclusiva en Madrid, Madwaffle. Y no hay que irse muy lejos para probar este postre callejero, porque se ha abierto en pleno centro de la ciudad, junto a la Puerta del Sol y en plena Gran Vía.
El bubble waffle recuerda un poco al gofre tradicional, pero no lo es. Se trata de un tipo de repostería a caballo entre un crêpe, una tortita y un gofre, y aunque lo parezca por su aspecto de burbujas, no es ningún invento venido del futuro. De hecho, de moderno tiene más bien poco: en realidad es un dulce muy muy típico, originario de las calles de Hong Kong, del que se tiene constancia ya desde el siglo XIX.
Es cierto que la masa, ya sea clásica, de chocolate o mixta, está algo occidentalizada -le han rebajado la proporción de huevos de la receta original para que su sabor sea menos intenso-, pero para hacerlo idéntico a la versión china en estética y concepto, Madwaffle cuenta con unas planchas traídas directamente desde Hong Kong. Ellas son uno de los grandes atractivos que se ven desde el ventanal que da a la calle y que invitan a pensar que ahí dentro se cuece algo original. Y rápido, porque en apenas dos minutos el bubble waffle está cocinado. Después, solo hay que esperar unos 40 segundos para enfriarlo.
Se puede tomar solo, o con azúcar, pero lo suyo es comerlo con helado. Digamos que es una pieza clave en un bubble waflle, y cuentan con dos tipos: helado tradicional -turrón, fresa, banana choc, algodón de azúcar, pistacho, vainilla, ferrero…- y helado soft, a elegir solo dos sabores: de violetas, hecho por ellos mismos inspirado en los típicos caramelos de Madrid, y otro sabor que van rotando (yogur, cola cao…). Y muchos toppings. Los ocho bubble waffle que ya tienen en carta contienen entre dos y tres toppings -frutos secos, gominolas, mikado, cookies, palomitas dulces, nubes…-. Para acertar a la primera, la recomendación es el Cookie Monster, con masa normal, helado de nata y topping de galleta Oreo, Lotus y chocolate con leche fondant.
Se puede tomar solo, pero en realidad está muy pensado para compartir. Para eso la versión Flat wafle es más idónea si cabe: un bubble waffle cortado a la mitad y dispuesto en horizontal casi para comer con cuchillo y tenedor acompañado de chocolate blanco y fruta como fresas o plátano. Pero habrá más. Óscar Gómez, el joven emprendedor que hay detrás del proyecto levantado junto a dos socios más, promete novedades a corto plazo, con versiones incluso para tomar helado en invierno siguiendo esta misma línea. No sabemos cómo serán. Lo que sí sabemos es que no serán gofres tradicionales.