Seguro que la antiquísima calle Cuchilleros no hubiese esperado jamás ser punto de peregrinaje de los hipsters del siglo XXI. Esta famosa vía llamada así por congregar al gremio de cuchilleros de Madrid en la antigüedad y en la que hoy vive el restaurante más antiguo del mundo (Casa Botín) y la barbería más legendaria de la ciudad, Kinze de Cuchilleros, que data del 1900, tiene nuevo vecino y viene con aires cosmopolitas, coloristas y modernísimos. Se llama Mumy Room y se define como el punto de encuentro de los alternativos que buscan moda diferente.
Quizá muchos la conozcan por su tienda del barrio de Chueca. Allí montaba su sueño Xavi García: una tienda de ropa de caballero que se saliera de lo común. Y es que si la ropa femenina se repite, la de hombre es un calco en todos los escaparates. Decidió hacer algo distinto y después de diez años trabajando como diseñador en Londres volvió a Madrid con la idea clara de montar algo nuevo. Y tan bien ha cuajado que va por su segunda tienda en la capital.
La tienda en sí ya marca una diferencia con respecto a cualquier otra. Es un espacio abierto e industrial, como si fuera un garaje ordenado pero donde todo tiene cabida, desde los diseños a las fotografías que plagan las paredes de su hermano mayor en Chueca. Sigue su misma línea, esos toques de color rojo tan atrayentes y un escaparate con diseños coloristas que captan las miradas de los viandantes. Precisamente es el color lo que les caracteriza. Xavi diseña muchos de los tejidos de las prendas aunque él, viajero incansable, busca también adquiere telas en el Sudeste asiático que se salgan de lo común, siempre respetando que los tejidos sean cien por cien algodón y que puedan ser fabricados después en España.
Su referente está en Japón, en su color, en su atrevimiento. De hecho, son los artistas Yayoi Kusama – maravillosamente colorista, irreverente, distinta, geométrica y especial -, y Takashi Murakami – con esos dibujos que tocan la animación y esos aires tan poperos que le han valido el título del Andy Warhol japonés – quienes inspiran todos sus diseños. De ahí que sus camisetas no tengan rayas o lunares sino plátanos, gatos, sandías, perros salchicha, flamencos, ovejas, bicicletas y geometrías imposibles. Y que sus camisas pasen de la raya diplomática para llenarse de olas, planetas, furgonetas, mariposas, barcos, calaveras y partituras musicales.
Con toda esa variedad colorista, Mumy Room abarca estilos que van desde el mod londinense de los 60, el punk de los 70 y el grunge de los 90, en un alarde de eclecticismo que atrae a personas de todo tipo pero con tres cosas en común, según cuentan ellos mismos: son diferentes, alternativos y todos coinciden en que aquí se vende ‘ropa molona’.