‘La Diavla’, un mexicano con un clandestino lleno de mezcal y arte

Llegar a México y caer perdidamente enamorado de la cultura azteca ocurre en solo un abrir y cerrar de ojos. Eso mismo pasa cuando uno cruza las puertas de La Diavla, un restaurante mexicano con un espectacular clandestino que está ubicado en la calle Antonio Acuña, en el barrio Salamanca. Parte de ese encanto compartido se debe a que la idea que da forma al restaurante actual está, nada más y nada menos, que en Cancún, concretamente en La Diablita Cha Chá, uno de los locales preferidos por los dos socios mexicanos que regentan La Diavla.

A una decoración genuinamente mexicana  -con más de cincuenta máscaras elaboradas a mano en el Estado de Veracruz- se une toda una colección de pinturas, con marcados tintes de la auténtica cultura del país latino, que se distribuyen en el espacio del restaurante y también por la parte del clandestino. Un interiorismo que ha sido cuidado al detalle por los dos propietarios de La Diavla, Edwin Buendía y Omar Gómez que, después de innumerables viajes a su país, fueron rescatando verdaderas piezas difíciles de encontrar en otra parte del mundo.

En lo que se refiere a los platillos que proponen, encontramos en su cocina sabores 100% mexicanos y recetas que se mueven por la parte central de México, sobre todo en lo que se refiere a la selección de tacos que se preparan, en su mayor parte, siguiendo las recetas de Ciudad de México. Todos los platos se revisionan aquí con un toque canalla y un matiz gourmet. Ejemplo de ello es, por ejemplo, su Chicharrón, preparado con cuatro tipos de queso, suadero y rajas poblanas, con una presentación que dista bastante del platillo mex pero que conserva su potencia de sabores. Recomendable también es su clásico Guacamole, así como sus Sopecitos de Cochinita pibill que se asientan sobre plátano frito. Pero, sin duda, lo que no puede fallar en ninguna comanda son sus Tacos Gober, con taco de trigo, costra de queso, langostinos a la plancha y cebolla tempurizada. Para armonizarlo todo, una buena Michelada, por supuesto.

Además de comer, a La Diavla se viene a divertirse. Si no, ¿qué razón de ser tendría este nombre? En la planta baja del local, el secreto mejor guardado: un clandestino en el que disfrutar de cócteles y de una carta de mezcales y tequilas bastante difíciles de encontrar en Madrid. A su iluminación tenue, se une una decoración que, cómo no, nos sigue hablando mucho y bien del alma mexicana de La Diavla. Una serie de pinturas y collages de artistas autóctonos llenan de color y folclore las paredes de este espacio. Además, aquí suena música gracias a una dj que pincha durante los fines de semana. Para acompañar la música y ese ambiente defeño, la Margarita La Diavla con un toque de mezcal que engancha o la Margarita de tamarindo, un refrescante cóctel ideal para las noches más calurosas de la capital. ¡Ah! Y un último detalle: en la planta principal, unas escaleras de caracol llevan a otro espacio clandestino, esta vez reservado en el que, cómo no, hacer ‘diavluras’ está permitido.