Inspirado en el alma nómada, la magia y el espíritu libre de la cultura gitana se levanta Zíngara, un restaurante vegetariano de autor con el que la pareja de argentinos conformada por Mercedes Caamaño y Agustín Patrizio se suman a la corriente plant based que tantos adeptos está sumando en todo el planeta. Este movimiento promueve una dieta basada principalmente en plantas, haciendo hincapié en productos de estación y productos locales. No es casual, por tanto, la elección de Maximiliano Rossi, chef pionero en introducir la cultura vegana en Argentina, para diseñar la propuesta gastronómica de este espacio en el barrio de Salesas que viene a demostrar -por si quedaba alguna duda- que se puede comer sabroso siendo respetuoso con el medio ambiente.
Ubicado en el número 8 de la Plaza de las Salesas, Zíngara nos conquista nada más traspasar sus puertas. Y es que su decoración, a cargo de la interiorista argentina Eme Carranza, refleja a la perfección el estilo bohemio y místico de la cultura gitana: abanicos, panderetas, candelabros y hasta un terrario de piedras energéticas son algunos de los elementos que decoran su salón y que ayudan a generar una atmósfera cálida y mágica. El restaurante se divide en dos plantas. En la primera se sitúa la barra y el salón principal, donde la jaima, la tienda de campaña en la que se instalaban los pueblos nómadas, se hace el rincón más codiciado por los que asisten a comer/cenar cada jornada. Bajando las escaleras se llega al reservado, un espacio con una monumental mesa de mármol retroiluminada y una bodega vista; este acoge también una pequeña sala chill out de inspiración moruna.
UN VEGETARIANO ATÍPICO
Aunque en sus platos no vamos a encontrar ningún producto animal, sería injusto calificar a Zíngara como un restaurante vegetariano. Salvo carne y pescado, sus platos incluyen todo tipo de ingredientes dando forma a una carta viajera, sabrosa, colorida y perfecta para compartir; pero sobre todo pensada para gustar a todos los públicos (no solo para vegetarianos). Además, la oferta está elaborada en base a los productos de temporada disponibles en cada momento del año, buscando, siempre que sea posible, los conocidos como ‘productos de cercanía’.
La lista de platos, aunque breve, no tiene desperdicio. Aquí van nuestras recomendaciones. Para abrir boca, en plan aperitivo, son ineludibles las Patatas Babá, una particular versión de las bravas, con milhojas frita, salsa brava y alioli. Después, a modo de entrante, vais a disfrutar por igual con su Palta, plato con aguacate quemado, tahini verde y pan de yogur de coco, que con los Chipa (pan de yuca) con mimolette y provolone.
El nivel sube (aún más) con los principales. La Mecha, una base de fainá (tortita de garbanzo) con caponata y burrata, gusta a todos por igual. Aunque, en nuestra opinión, los más top son el Papillote de setas (trompetas de la muerte, níscalos, boletus y gula del monte) con salsa de especias indias; y los Sorrentinos, pasta rellena (patata ahumada, ricotta y espinaca) con ragú de setas, ¡palabras mayores! Nos han hablado muy bien de la Milanesas de berenjena y el Curry de lentejas, pero tendrá que ser para posteriores visitas, ¡que teníamos que dejar hueco para el postre!
En esta sección, es obligado, por original, por refrescante y por gustoso, el Cremoso de aguacate con lima y leche condensada de coco. Ya para la segunda visita apúntate el Flan de huevo con nata montada.
Pero ahí no termina la cosa. Otros de los atractivos de Zíngara es la coctelería, que han confiado a la gente de Angelita Madrid, una de las coctelerías más punteras de la capital. Tomando como punto de partida la propuesta gastronómica y la estética del local, el equipo de Angelita ha diseñado una lista de cócteles de base clásica y reconocible con sabores complejos y profundos. Algunos de los más sugerentes, son el Rose, el cóctel parisino más popular de los años 10, muy recomendable para el aperitivo; el Dry Martini, de baja graduación pero con mucha presencia aromática; o el Dulce Zíngara, un trago más sencillo con sabores dulces que aportan la miel y piña balanceados con la acidez y el picante de la lima y el jengibre. Todos ellos son perfectos para alargar la velada pues, si no te lo hemos dicho todavía, una vez te acomodes aquí no vas a querer salir.
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