‘Tierra Burrito’, tex mex urbano
Tras la buena marcha de su centro de operaciones de Guzmán el Bueno, Tierra Burrito da un golpe de efecto y estrena dependencias en plena calle Sagasta con la intención de afianzar su marca entre un público más ‘maduro’. Los burritos, como no podía ser de otra manera, tienen un protagonismo indiscutible en la carta de este local dispuesto a conquistar paladares hasta ahora reacios a la tradicional combinación mexicana de carne y frijoles envueltos en tortilla de trigo. Si eres más de maíz, la trilogía de tacos es otra de las opciones posibles pero no la única, ya que si lo que prefieres es evitar la harina puedes decantarte por el ‘desnudo’, los mismos ingredientes que elegirías para tus tacos o burrito pero servidos en plato, al aire.
Pollo, carne mechada, steak y barbacoa entre los tipos de carne a elegir para rellenar las tortillas. Frijoles, jalapeños, crema de chipotle, pico de gallo y sour cream entre sus complementos (además de los propios de la alternativa vegetal: maíz, pimientos, lechuga, etc.) y un cuarteto de salsas de intensidad in crescendo (verde, chili, tierra y 666) se disponen a lo largo del mostrador para configurar tu plato a medida. No hay límites ni en cuanto a número ni en cantidad siempre que entren en la tortilla. Igual que con los refrescos que, una vez pagada la cuenta, pueden rellenarse tantas veces como se desee.
Por lo demás, todo lo esperado en todo tex mex: nachos, guacamole casero -sí, casero: su textura le delata- y mucha margarita, también preparada en el mismo local con zumo de lima natural y pensada para compartir en grupo (el pedido mínimo es de un litro). Si no, también hay espacio -y tiempo- para las copas, que aquí se sirven a precios mucho más inferiores que los bares de la zona.
Tierra Burrito ha importado un formato de cadena de restaurantes extendido en Estados Unidos pero con la vista puesta en un objetivo: potenciar el buen hacer para alejarse de la idea de fast-food. ¿Cómo lo logran. Por un lado, apostando 0por la calidad de la materia prima ya que, como indican sus responsables, ‘no hay nada que esté en el bar más de dos días’ porque ni siquiera tienen congelador. Por otro, buscando algún que otro rasgo distintivo. En este caso podríamos hablar tanto de su cuidado interiorismo, como de su apuesta por las cervezas de calidad. Casi una treintena de etiquetas (artesanales y de importación) entre las que encontrar la excelencia: Anchor Steam, Flying Dog, Delirium Tremens, Coopers, Boont Amber Ale, Sol, Coopers o Weinhenstephaner, por citar algunas. Es por ello que la elección lleva su tiempo, más, teniendo en cuenta el ‘sírvase usted mismo’ que obliga a enfrentarse a la tentación de una cámara frigorífica repleta de botellines de la más variada procedencia, y a sus ofertas (cada día, una marca en promoción; los lunes, 2×1).
