‘Tartan Roof’, cena con las mejores vistas

Si la Azotea del Círculo de Bellas Artes es un imprescindible de los veranos madrileños, su restaurante pop up Tartan Roof ha convertido esta terraza en una parada estival obligada. La espectacular vista sobre Madrid, con atardeceres fabulosos, aliñada con la comida callejera del aclamado chef Javier Muñoz Calero, responsable de Muñoca y Perrito Faldero, y mecida por un concierto de jazz son una combinación que no se puede pasar por alto.

La oferta gastronómica que Muñoz Calero ha creado para su Tartan en la Azotea está basada en recetas de la cocina tailandesa. No hay primeros y segundos, todo son medias raciones y se piden en el orden que se le antoje a cada uno. La elección, eso sí, es complicada: jugo frío de coco con tofu y hierbas, pad thai de noodles crujientes, saengson hoe de salmón sobre hojas de shiso, tempura de cangrejo de concha blanda con kimuchi, carrillera de cerdo ibérico al curry rojo, satay de pollo de corral con romescu de maní…

Para regarlos, una selección de vinos breve pero muy acertada, firmada por Alberto Fernández Bombín (del restaurante Asturianos). Más una singular carta de cócteles mitológicos, como el Apolo (ron, melocotón, hojas de menta y lima) o el Hera (con tequila, konguats, hojas de menta y lima carbonatada). Como pretenden tener oferta de la mañana a la madrugada, hay desayunos y meriendas, con originales sandwiches y bollería.

La decoración de la Azotea corre a cargo del estudio Cuarto Interior. Todo el mobiliario de aire vintage e industrial, está dispuesto para que el visitante nunca de la espalda a las vistas. Con la temporada, cambiará de estilo de arriba a abajo. En la temporada cálida será Tartan Roof, con aspecto de chiringuito ibicenco, y con el frío, se transformará en el refugio alpino Tartan Lodge. Junto con la zona de restaurante, la Azotea cuenta con dos ambientes más: unas mesas y sillas elevadas ideales para picotear algo y una zona de camas chill out para esa copa reposada. Lo más codiciado, el espacio de césped artificial para tumbarse con unos cómodos cojines a disfrutar del blanquísimo Ayuntamiento de Madrid (antiguo Palacio de las Telecomunicaciones) y el horizonte.