Primero fue la pastelería de la calle Castelló, en pleno barrio de Salamanca, puesta en marcha por la incombustible Marie Valdez, alma mater de Fonty; sus semifríos y sus dulces de inspiración francesa han creado toda una legión de adictos en la ciudad, que han llegado a convertir este local en uno de los máximos referentes de la alta repostería de Madrid. Y siguiendo esta estela, surge Fonty café-restaurante, un espacio informal con aires de bistró –algo más sofisticado en cuanto a la estética– abierto en la calle Juan Bravo, en el que la carta se torna salada, con propuestas para comer o para cenar de manera saludable cualquier día de la semana.
El culpable de esta segunda apertura es, en buena medida, el brunch. Dicho, por supuesto, en un sentido más que positivo, pues el éxito de sus desayunos tardíos durante los fines de semana en el primer local, les llevó a incorporar platos salados a su carta, con la intención de poder saborearlos también entre semana. El siguiente paso ha sido abrir un restaurante con todas las letras y concebido con la misma filosofía: materias primas de calidad, cocina ligera, casera y preparada al momento, con platos de cocina internacional, en la que están muy presentes la influencia francesa e italiana, mezcladas con toques de América Latina y Asia.
Con un salón más amplio y espacioso, el ambiente es informal desde primera hora de la mañana –momento para los desayunos, en los que no pueden faltar sus admirados croissants o sus tartaletas acompañando a un buen café– hasta la hora de comer, donde el rey es el menú del día con tres versiones diferentes: completo, ejecutivo o express –con solo un plato principal, bebida y postre–, para quienes acuden con prisa al mediodía. En todos ellos abundan las cremas de verduras de temporada, como la de champiñones, acompañadas de propuestas como ensalada de tomate, rúcula y ventresca de atún, pollo al curry o berenjenas rellenas de queso al horno. Y de postre, panacota, carrot cake o alguna otra delicia dulce –preparada en su obrador de la calle Castelló a diario–, también disponibles a la hora de la merienda.
A diferencia del otro Fonty, el de Juan Bravo abre también en horario de cena y afterwork; es por eso que la carta se completa con una amplia variedad de cócteles y vinos. El que no falta es su inconfundible brunch de fin de semana, con platos tradicionales como los huevos Benedict con salsa holandesa casera que tanto han dado que hablar. Y es que Fonty se ha hecho mayor, pero sin dejar atrás sus mayores logros gastronómicos hasta la fecha ni su tradición de obrador de alta pastelería; por eso se puede decir que éste es un restaurante de pasteles con nombre propio.
* Fotos Juan David Fuertes