Picoteo de nivel en la barra de ‘Carbón Negro’
Comer bien, a cualquier hora del día y a precio más moderado que si lo hacemos en sala. Estas son algunas de las funciones que cumplen las barras que, con cada vez más frecuencia, encontramos en los nuevos restaurantes gastronómicos que llegan a Madrid. Barras en las que podemos disfrutar buena parte de las propuestas del restaurante, en formato de raciones (o medias raciones), y que son perfectas para aquellos que disponen de poco tiempo y prefieren improvisar un menú más ligero e informal en algunos de los taburetes que las rodean; o bien, cuentan con un menor presupuesto y prefieren cambiar la mesa del salón por uno de los veladores altos que habitualmente se sitúan en torno a ella.
El objetivo final es adaptar su oferta a todo tipo de públicos y necesidades, algo que logra con creces la majestuosa barra de mármol de Carbón Negro, el restaurante del barrio de Salamanca especializado en carnes y pescados a la brasa. Situada justo en el centro del local, por aquí cada día desfilan desde el mediodía hasta la hora de cierre tapas y raciones de toda la vida y para todos los gustos, más algunos de los platos emblema de uno de los restaurantes más celebrados por los aficionados al buen producto en la capital. Bocados que, acompañados de un vermú casero, de alguna de las referencias de su selecta bodega o uno de los singulares cócteles diseñados por Carlos Moreno, bartender del grupo Larrumba, van a hacer feliz a más de uno.
DESDE EL APERITIVO HASTA LA CENA
Fiel a la filosofía con la que nació el restaurante, los platos que se sirven en su barra cuentan con producto cuidadosamente seleccionado, ya sea tanto los destinados a acompañar el aperitivo como para integrar el menú de las muchas comidas informales que en torno a ella tienen lugar. Así, su carta contiene desde platos fríos como escabeches (de perdiz, de bonito del Cantábrico o pollo campero), marisco (ostras, gambas blancas o rojas, almejas a la sartén, mejillón al vapor), ahumados y marinados (tartar de atún, salmón ahumado artesanal, boquerones en vinagre), hasta los clásicos del tapeo más castizo como la (espectacular) ensaladilla rusa o los huevos (camperos, en este caso) rellenos. Sin olvidarnos de sus ‘colosales’ yemas de espárragos en vinagreta que no hay que perderse por nada del mundo, independientemente del momento en que nos dejemos caer por aquí.
El nivel sube, y de forma notable, en el capítulo de platos calientes como comprobamos con sus Croquetas cremosas de jamón o txangurro, los Buñuelos de Idiazábal, la Merluza de pincho, el Steak tartar al gusto o los preceptivos Callos de ternera a la madrileña que, ya advertimos, van a figurar en los primeros puestos de todos los ránkings de este plato que periódicamente se publican en los medios gastronómicos. Además, pensando en los que llegan con ánimo de probar y compartir, buena parte de estos se pueden pedir en tamaño de media ración. Otro tema ya es que, llegados a los postres, se genere más de una ‘lucha de cucharillas’ por hacerse con la mayor cantidad de bocados de su excepcional tarta de queso, otro de los hits de la casa.
Con esta propuesta, la oferta coctelera no podía desviarse mucho de los cánones clásicos. Por eso, Carlos Moreno ha recurrido a las fórmulas más tradicionales (Bloody Mary, Negroni) a los que otorga su personal sello con toques creativos sirviéndose de muchos elementos e ingredientes de la propia cocina. Cócteles idóneos para relajarse desde el afterwork hasta el after dinner, para entretanto ir metiendo en el estómago todo lo que nos plazca de la cocina de uno los espacios gastronómicos más gozosos de la capital.
Si quieres conocer también su oferta de sala consulta la publicación que hicimos sobre el restaurante Carbón Negro.
