El arte del filete empanado se replica a lo largo y ancho del mundo. Hemos visto escalopes, cachopos, san jacobos, flamenquines y al cordon bleu, la forma elegante y afrancesada de empanar y freír generosos trozos de carne. Todos ellos ya caben en Madrid, pero ahora, con mimbres de Buenos Aires, Milanesa Social Club dicta sentencia sobre las auténticas milanesas argentinas.
Carne de ternera de primera calidad, cuidadosamente espalmada y, posteriormente, bien empanada en un crocante sugerente, se convierten en el leit motiv de este local que se ha convertido en parada obligada en el barrio de Alonso Martínez con sus bulliciosos mediodías. Solo en los servicios de mediodías y de lunes a domingo, el boom de las milanesas conquista al público trabajador de la zona y a todos aquellos que acuden, casi como si fuera un imán, al son que marcan estas doradas piezas.
Entre sus best sellers, la milanesa napolitana clásica de ternera, la más popular en Argentina, y que se elabora con salsa pomodoro (de tomate), mozarella, jamón york, aceitunas verdes y orégano. Le siguen aquellas que se arropan a costa del queso fundido. Para los cheeselovers, imprescindible caer en la tentación de la milanesa provolone (que además de pomodoro y mozarella incorpora queso provolones, tomates confitados y cebollino fresco) o de la milanesa caprese (con mozarella de Bufala, aceitunas negras, peso, tomate seco y albahaca). Junto a ellas, otro icono de la mesa argentina: la milanesa a caballo, coronada por un par de huevos fritos.
En formatos individuales o, si lo preferimos, en una XL de nada menos que 35 centímetros, Milanesa Social Club aloja por igual al que tiene un poco de prisa como a un grupo que quiere tocar todos los palos de este repertorio.
Junto a los clásicos, opciones valientes para los que buscan un punto picante en la milanesa mexicana (con guacamole, pico de gallo y rodajas de jalapeño —sí, sabemos que suena irresistible—) o la milanesa USA, que se viste de salsa barbacoa, tiras de crujiente bacon ahumado, queso cheddar y el remate a costa del huevo frito.
Por cierto, si pensabas que el universo milanesas era únicamente un terreno carnívoro, tenemos una magnífica noticia: la milanesa de calabaza. Sí, has leído bien. Tras macerar la pulpa de la calabaza, se aplana y reboza, pasando por el clásico rebozado, bien crujiente y ligero, para convertirse en un mordisco vegetariano con el que entregarse a las empanadas pasiones.
Pet friendly y con opción de menú del día de lunes a viernes (aunque en él solo entra la milanesa vegana), Milanesa Social Club cuenta también con una coqueta terraza urbana que ayuda a desahogar su concurrido comedor en cuanto llega el buen tiempo. Solo un último consejo: no se te ocurra acudir sin reserva porque es muy probable que te quedes con ganas de milanesa.