Comida japonesa tradicional y apta para celíacos. Okashi Sanda adapta el recetario nipón para ofrecer una deliciosa alternativa a los foodies con intolerancia al gluten, que comienza con platos clásicos y postres creativos para llegar a una coctelería de inspiración asiática y menús bento servidos en auténticas cajas de madera lacada.
La joven pareja hispano-japonesa que dirige Okashi Sanda empezó haciendo sushi en Rivas Vaciamadrid, pero pronto se mudaron a La Latina para adaptar su idea de negocio a un entorno más urbanita. Tras seis años creando una clientela fiel en este castizo barrio, se trasladaron a Malasaña para abrir este coqueto restaurante que nos conquista nada más entrar con una agradable atmósfera y un amplio salón lleno de farolillos, grullas de papel y otros recuerdos nipones.
La carta hace un guiño a la infancia de los niños japoneses, la que recuerda haber vivido la chef Tamara Ishihara antes de trasladarse a España. Recetas tradicionales y caseras que se alejan por completo del consabido sushi y recuperan platos más habituales en las casas japonesas, como son el takoyaki (bolitas rellenas de pulpo), el okonomiyaki (conocido como la pizza japonesa), el katsu-kare (adaptación japo del curry indio que importaron al país los ingleses en los años 20) o el katsudon (un cuenco de arroz cubierto con una chuleta de cerdo rebozada, huevo revuelto y condimentos). Las raciones son generosas, nada de degustaciones, pensadas para compartir ‘en familia’ y rendir tributo a la reina de la casa: la auténtica plancha japonesa que Tamara mandó traer desde su país natal.
Toda su oferta es apta para celíacos, no en vano es el primer japonés 100% gluten free de Madrid aprobado por la FACE. Absolutamente todo, desde los ingredientes principales (cuidadosamente seleccionados) hasta las salsas (caseras, no prefabricadas) es sin gluten, sin lácteos o derivados y sin azúcares refinados, y los que no tienen intolerancia ni lo notan. Después de probar algunos de los platos de la carta, merece la pena dejar hueco para la shortcake (una tarta de nata y fresas típica de los cumpleaños japoneses) y el mochi (pastelito de arroz glutinoso con sabor a matcha y relleno de anko), acompañado de un matcha latte (hecho en una curiosa máquina que simula la ceremonia del té), un refresco de importación como Calpis o un mojito gigante de sake, pues es en la parte dulce donde esta ‘japo-madrileña’ da rienda suelta a su creatividad.
Okashi Sanda ofrece en ocasiones una opción de sushi vegetariana y sorprende cada semana con nuevos platos que anuncia en su Facebook. Otro de sus fuertes es haber recuperado la tradicional caja de madera lacada o bento para ofrecer variados menús del día japoneses. Toda una subcultura gastronómica, con combinaciones cada vez más elaboradas y sofisticadas, que de martes a viernes en horario de comidas sirve al restaurante para recoger un surtido de platos tan vistosos como nutritivos: sopa de miso, ensalada, una porción de gohan con furitake (arroz blanco con un condimento compuesto de algas, pescados, huevos o vegetales deshidratados y secos), ensaladilla de estilo japonés, encurtidos nipones y un plato principal a elegir entre Tori no Karaage (pollo crujiente con ajo y jengibre), Korokke (croqueta de estilo japonés rebozada en panko), Tonkatsu (chuleta de cerdo empanado) o Buta no sobayaki (cerdo al jengibre).
* Fotos Alfonso Ondarroa