Nació como una vinoteca, sin embargo la idea inicial fue evolucionando hasta convertirse en un restaurante de producto con una amplia cava que alberga casi un centenar de vinos destinados a incrementar las sensaciones gourmet de sus clientes. Por eso mantiene su nombre inicial, Vinoteca Moratín, proyecto tras el que encontramos a Marcos Gil, profesional de la hostelería con experiencia en algunas de las grandes cocinas de la capital y gran aficionado al vino, con la ayuda de su hermano Alejandro, galerista de arte y encargado de las tareas de administración. Ambos son también responsables del interiorismo del inmueble: un pequeño salón en el barrio de Las Letras de techos altos y vigas de madera, media docena de mesas con sillas de distintos estilos y algunos antiguos pero valiosos muebles cedidos por su familia.
Una puesta en escena que favorece una carta apetecible, basada en la estacionalidad y calidad del producto. Cocina de mercado, ejecutada con ingenio y solvencia, que tiene como resultado un sorprendente, pese a lo breve, listado de platos. No más de una docena de propuestas -sin diferencia entre entrantes, primeros ni segundos- que se renuevan cada temporada, entre las que mantienen algunas constantes -el público manda- a las que ya es imposible renunciar. Como el steak tartar al estilo tradicional, obligado para todo el que pase por allí por primera vez, o el salmón marinado con vinagreta de encurtidos. Platos que conviene preceder del micuit de rape (insólito y muy gustoso) o los puerros confitados con romescu (deliciosos). Cualquier duda o curiosidad sobre las distintas opciones, las resuelve de forma entusiasta y con todo lujo de detalles Marcos, quien además servirá de gran ayuda para elegir el caldo que mejor armoniza con nuestra elección.
La suya es una bodega infrecuente, por cantidad, variedad y precio. En buena parte, vinos de pequeños productores, con una estupenda relación calidad-precio, que se ajustan por completo a su cocina. En total, unos 70 vinos tranquilos y unos 20 generosos, con un peso especial entre estos últimos de los vinos dulces. Nuestro anfitrión quiere contagiar su pasión por los olorosos dulces, el moscatel, los Oporto… y descubrirnos otras posibilidades de maridaje que van más allá de lo salado. Tiene propuestas para acompañar con cada uno de sus postres (increíble el coulant de yuzu), pero también como sustituto de ellos, como un distinguido epílogo a su propuesta.
Sólo una advertencia: su aforo no supera los 20 comensales, por lo tanto, obligado reservar en el turno de noche, sea el día que sea. Y si ese día te apetece quedarte en casa y no gastar demasiado dinero te aconsejo visitar una dirección que he descubierto recientemente en la red. Se trata de Cuponation, una web con los mejores cupones de descuento para -entre otras- empresas de comida a domicilio como Just-Eat. Dicho queda.
*fotos: Alber Sánchez