‘La Rotisserie’, un asador de pollos poco convencional
Lo único que tiene en común La Rotisserie con un asador de pollos convencional es el horno de parrillas giratorias a la vista que preside el local. Todo lo demás, desde la estética al producto, es nuevo y singular para un local de estas características, es decir, de cocina aparentemente sencilla consagrada a un único plato: el pollo asado. Pero no todo es tan simple como parece en este café-restaurante decorado al más puro estilo años 20 situado en Chamberí, a sólo unos metros del Paseo de la Castellana.
El local se dividide en tres ambientes: el principal junto a la barra, con una bancada de madera compartimentada por asientos, como si fuera un vagón antiguo de tren; al fondo, en la parte más interior, un comedor; y en la planta baja un reservado para comidas y reuniones privadas, muy adecuado para un barrio con tantas oficinas como éste. Y su diseño, cuidado hasta el más mínimo detalle, con lámparas art Decó, paredes tapizadas con tejidos estampados y otras de ladrillo visto recuperado, como recuperados han sido los ventiladores del techo y las baldas de madera, procedentes de la mantequería tradicional que antes ocupaba este espacio. Con todo se ha conseguido un ambiente rústico vintage muy chic, firmado por el estudio de interiorismo Las 2 Mercedes, en cuya carta nadie diría que la estrella es el pollo.
Pero lo es, sobre todo porque éste no es un pollo cualquiera. En su horno giratorio, en funcionamiento desde media mañana, solo se asan coquelets, un tipo de pollitos que pesan algo menos de un kilo. Éstos, además, son pollos que han sido criados en libertad en una granja de Galicia, y eso se nota en el sabor de la carne y en su textura, mucho más sabrosa y jugosa. Entre las recetas destacan dos: a las finas hierbas –con un intenso sabor y aroma a tomillo– y a la barbacoa.
Tres menús y una carta de tapeo gourmet
Cada pollo, de ración individual, se toma acompañado de una crema de verduras y hortalizas de temporada, además de bebida y café o infusión, platos que conforman el menú coquelet. Aunque quien lo prefiera, puede tomar el menú ensalada, una generosa ración de hojas y brotes de lechuga combinada con con cuatro ingredientes más, y acompañada de la crema del día. Lo mejor, que se puede tomar en el local o pedir para llevar a casa o el trabajo. Para beber, desde refrescos y cervezas a una cuidada selección de vinos de la Ribera del Duero de la bodega Abadía Retuerta, de donde también proceden los productos gourmet envasados -pimentón, piñones selectos, sal de vino y miel- que comercializan en el local, como si fuera un ultramarinos del siglo XXI.
Junto a los menús, La Rotisserie incorpora también una carta de tapeo a base de sándwiches gourmet, alitas de pollo, fingers o croquetas caseras, todo hecho a base de pollo, además de una selección de ensaladas, donde destaca su versión casera de la tradicional ensalada César o la original extra de proteínas. Esta carta, elaborada con el asesoramiento gastronómico de Marta Muñoz Calero, se convierte en la alternativa perfecta tanto al mediodía como por la noche, donde no solo incorporan los menús de pollo para compartir, sino que es también la hora a la que La Rotisserie cambia de ambiente, vistiendo las mesas con mantel y sacando a relucir su vajilla más especial.
Durante el día también está siendo toda una sorpresa, porque ofrecen menús de desayuno muy completos y económicos, a base de café, infusión, zumo de naranja, pan recién tostado, piezas de bollería francesa y repostería. Además de zumos ecológicos, bowls de yogur artesano con muesli o frutas frescas… Nada que ver con un asador de pollos de toda la vida, porque en este, puesto en marcha por los empresarios Fiorella Macchiavello, Nuno Zaragoza, Jose María Pasquín (Director de Hackett) y José Miguel Antúnez (ex-jugador de baloncesto), lo que apetece es entrar, comer y disfrutar.
* Fotos Juan David Fuertes
