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‘Mi Kitxen’, platos de street food internacional

Noelia Santos

*** ESTABLECIMIENTO CERRADO ***

Cuando uno es viajero y le gusta comer, raro es que no se traiga alguna que otra idea culinaria para sorprender a los amigos en casa. Algo parecido es lo que han hecho Michel Garzón y Raúl Rojo, dos apasionados de los viajes y del street food que han ido un poco -bastante- más allá: de sus aventuras por el mundo, han recopilado decenas de recetas originales de comida callejera y las han reunido en una carta, la de su restaurante Mi Kitxen. El resultado es un compendio de auténticos bestsellers en street food, con la salvedad de que éstos se comen sentado en una mesa del barrio de Chamberí. 

Todo surgió porque, en pleno auge de tapeo en las calles, echaban de menos propuestas diferentes a los hot dogs y a los cada vez más versionados bao buns en la ciudad. Ellos apuestan por la comida callejera de calidad, hecha al momento por dos cocineros (uno chino cantonés y otro marroquí), y pensada para comer en plato; pero siempre respetando la receta original y haciéndola atractiva a la vista, porque por los ojos también se come. Y lo saben. Como también saben que hay gustos para todos, y que no todos disfrutan comiendo solo un tipo de cocina, mucho menos cuando se sale a comer en grupo.

Mi Kitxen. Restaurante street food en ChamberíPor eso en la carta de Mi Kitxen, dividida en 20 platos, uno puede encontrar bocados originales de Asia, como Pad Thai, elegido por ser ‘lo más de la cocina tailandesa’; su singularidad reside en que reúne en un mismo plato los cuatro sabores conocidos: salado, dulce, picante y acido. Nasi Goreng, un arroz muy popular en Malasia, Singapur e Indonesia con salsa de soja dulce, pollo, langostinos y verduritas, coronado con un huevo frito. O Kwek Kwek, unas brochetas filipinas hechas con huevos de codorniz cocidos en tempura; aquí las presentan en formato piruleta de colorines.

Pero también de otras partes del mundo, como Arroz chaufa, de Perú, versión peruana de un plato chino; la Picada de los cerros, una carne a la parilla al estilo tradicional del pueblito de La Calera, en Bogotá, Colombia; y el Humus que se hace en Egipto, sin aceite de oliva ni pimentón. El guiño a Madrid lo hacen en los postres, incorporando sus churros con chocolate entre otras propuestas internacionales. Y tienen menú del día, en el que suelen ofrecen propuestas diferentes a las de la carta, como rollitos vietnamitas o incluso makis.

De aquí  y de allá es también su interiorismo, con una decoración sencilla en tonos blancos, en la que sobresalen piezas del mobiliario del anterior local y objetos de cocina, que han sido recuperados y colocados en las paredes como si fueran cuadros. Aunque en realidad, su estética se asemeja a la de un lienzo en blanco que invita a viajar con la comida, a hacer turismo gastronómico por las calles del mundo, sin salir de Madrid.

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