Esencia mediterránea y carácter cosmopolita. Son las principales señas de identidad de El Columpio, un polivalente espacio que llega al señorial barrio de Chamberí de la mano de Esteban Arnaiz, también responsable de Le Coco. Y es que tras el éxito del restaurante de Chueca, Esteban lo tenía claro: quería un espacio amplio y luminoso en el que pudiera evocar a modo de homenaje sus años de infancia. Y este es el resultado.
Una vez en su interior, es inevitable hacer un símil con un columpio y su balanceo: nada más atravesar su puerta principal, el restobar nos mece de un lado a otro, del campo al pueblo, de la playa a la ciudad -y sin ninguna sensación de mareo- porque las tres áreas en que se divide están en perfecta armonía. El mérito es de Marta Barnús, responsable también del interiorismo de Le Cocó, que ha representado la esencia de tres paisajes mediterráneos en los 300 m2 de este local. El pueblo familiar es el primero en recibirnos a la zona de barra, con sus aromas y recuerdos; toma su inspiración de los veranos de la infancia: sillas de pupitre, utensilios y aperos tradicionales, alacenas, madera rústica, plantas naturales y hasta un olivo. Después está el salón principal, un entorno más chic y sofisticado inspirado en los años 20, con lámparas de aire retro, espejos dorados y sofás tapizados en terciopelo de colores intensos, donde también su ubica la barra de coctelería. Y por último, al fondo del todo, la zona chill out, de ambiente más relajado e informal con mesas para compartir y taburetes; como si fuera un chiringuito de playa.
El Columpio confía también su carta en el joven chef Juan Rioja, que aquí apuesta por platos mediterráneos con guiños internacionales. Puede comprobarse en los entrantes, entre los que destacan los ravioli de gamba fresca, los tentáculos de calamar -servidos a modo de brotes en una curiosa maceta-, y paté de campaña con mermelada de ciruela, casero y elaborado en la propia cocina del restobar. Entre los platos principales, carrillada de ternera (con crema de apio, nabo y dulces de pimiento), cochinillo confitado con peras al vino o verdinas con butifarra negra, cigalas y tallarines de calamar, una combinación entre la tierra y el mar aparentemente arriesgada, pero con un resultado más que notable. Y de postre, sopa de pera con vino tinto y yogur; deliciosa.
Entre las bebidas, una interesante selección de DO de toda España con más de 20 referencias entre blancos y tintos. Los cócteles llegan de la mano de Ana Osorio -otra veterana del equipo- que estructura su propuesta etílica en dos apartados: combinados para el aperitivo con toques más cítricos, perfectos para antes de comer o incluso durante la comida (Kir Royal, Clover Club o Pisco Sour), y para el afterwork, más dulces, elaborados con zumos o siropes (Planter Punch o Black Russian). A ellos hay que sumar el cóctel del día, un combinado que no necesariamente tiene por qué llevar alcohol y con el que se marida el plato del día, que generalmente será una propuesta de temporada o fuera de carta.
Como en una escapada, que nos lleva de vuelta a nuestro pasado más entrañable, El Columpio invita a que nos subamos en él a cualquier hora del día, desde el desayuno hasta la copa tras la cena, con el propósito de dejarnos un buen recuerdo y mejor sabor de boca.