Makis, nigiris, temakis… pero también fideos, tempuras, pato asado, tartares o diferentes arroces. Mucha variedad en una carta con más de 120 recetas diferentes, entre saladas y dulces, y todo en pequeñas raciones. Eso es lo que ofrece Sumo, un nuevo concepto de restaurante asiático, variado, divertido y a un precio más que ajustado.
A su larga carta se suma una invitación a probar de todo, porque así lo manda el sistema. El restaurante funciona por menús a precio cerrado (según el día y hora de la semana) que incluyen un máximo de 18 platos a elegir. No hay que pedirlos todos a la vez, es más, no es recomendable porque se penaliza por cada plato no consumido (2€, una medida para abordar el problema del despilfarro de comida, muy común, por ejemplo, en los buffet). Aquí se come hasta no poder más, sí, pero con cabeza. Y es que se puede pedir en hasta tres turnos de hasta seis platos. Claro que también existe la posibilidad de pedir platos sueltos, optar por el menú del día o decantarse por el take away. También hay una selección de platos especiales, fuera de menú, a los que merece la pena echar un vistazo.
En la mesa, de todo. Platos japoneses en su mayoría, pero también algunas especialidades de China y otros países de Oriente. Para todos los gustos. Los más puristas podrán optar por nigiris –de atún, salmón, pez mantequilla- por makis california, temaki de gambas, uramaki de anguila o tataki de buey. Los que no son muy devotos del sushi y el sashimi, encentrarán su lugar entre sopa miso, gyozas, fideos fritos con verduras, rollitos, tempuras, pollo al curry thai o pato asado. Pero también, bocados diferentes y divertidos, como los makis de mostaza con miel o de cebolla frita o de tofu o de pollo y queso. Extensa es también su carta de vinos, que cuenta con unas 20 referencias en blancos, rosados y tintos, además de tres espumosos. Pero quizá el apartado más interesante es el de cervezas, con algunas de origen asiático como la japonesa Kirin o la tailandesa Singa, y por supuesto, el de sakes.
Sumo está dividido en dos espacios. Un sushi bar que se encuentra a la entrada, con mesas compartidas y una gran barra con taburetes, donde es posible hacer parada a ritmo de sushi a cualquier hora de la tarde. Para los mediodías y las noches, la actividad se centra en el comedor, que se extiende en varios ambientes. Madera, paneles japoneses, ilustraciones, vinilos en las paredes y lámparas de diferentes estilos salpican el espacio cuya decoración viene firmada por Ignacio García Vinuesa.