Aprender idiomas es mucho más fácil en torno a una buena mesa, y si es con los platos característicos del país, mucho mejor. Es lo que sucede en el Instituto Italiano de Cultura de Madrid, donde además de estudiar italiano también en posible saborear su gastronomía gracias al Caffè Milano. Hasta aquí se ha trasladado parte del equipo del popular Non solo caffé, con Ángela Colonna a la cabeza, y el chef Giuseppe Maio como responsable de una cocina que se abastece cento per cento de productos llegados de nuestro vecino del Mediterráneo.
Este es un lugar en el que se respira una deliciosa calma. Se encuentra ubicado en el antiguo Palacio de Abrantes, un edificio del siglo XVII cuyo interior esconde muchos secretos, entre ellos un parte de la antigua muralla de Madrid que ha sido integrada de sus muros. El interior de restaurante, dividido en amplios y funcionales salones, está decorado con grandes fotografías en blanco y negro de la Scala, el Duomo o la Galeria Vittorio Emanuele que llevan de un vistazo a Milán.
Aunque lo mejor, sin duda alguna, es su patio donde se puede comer al aire libre pero a salvo de miradas indiscretas. Un lugar relajado, apartado del ruido de la gran ciudad y que goza de un apacible sombra durante todo el día (detalle especialmente importante en los meses que aprieta el calor). Por la noche, las luces se bajan y se encienden velas, además de la gran farola del patio, proporcionando a las cenas un delicioso toque de calidez.
¿Y qué se puede comer en Caffè Milano? Su carta, aunque corta, está formada básicamente por platos de corte tradicional, como la Caponata Siciliana (un pisto de berenjenas, aceitunas, alcaparras y salsa de tomate), o los Penne alla Putanesca (macarrones con salsa de tomate con alcaparras, anchoas y aceitunas negras), servidos al dente, como es habitual en el país. Entre los más logrados, el Vitello Tonnato (finos filetes de roastbeef con salsa tonnata, hecha con atún, anchoas y alcaparras), plato que mezcla ingredientes de tierra y mar en perfecta armonía. El premio al sabor se lo lleva la Parmigiana di melanzane (berenjenas fritas y al horno cubiertas con salsa de tomate, albahaca y mozzarella), una receta contundente y eficaz.
Antes, para picar, conviene pedir una Raspadüra lodigiana, plato de queso similar al parmesano que se come en finas láminas. Y a los postres no puede faltar el tiramisú y la panacotta al chocolate, dos clásicos -ambos caseros- de la repostería italiana. Todos los platos se pueden disfrutar, y a precio más moderados, en su menú de mediodía; sólo en laborables porque los fines de semana apuestan por el picoteo, algo similar a un brunch salado pero a base de tapas italianas.
Si hablamos de tradiciones, hablamos también del aperitivo italiano, que aquí se sirve los jueves por la tarde-noche, aunque con la particularidad de que los aperitivos se sirven directamente a la mesa (no hay buffet) por los camareros del Caffé. Para las cenas ofrecen un menú degustación, con los platos habituales más algunas incorporaciones fuera de carta. Eso sí, es necesario reserva previa, especialmente en fin de semana y si queremos disfrutar de mesa en el patio. Una vez dentro, las veladas se pueden estirar a puerta cerrada todo lo que deseen los comensales: el toque de queda de la capital no es válido en territorio extranjero. ¿Acaso pensabas que estabas cenando en Madrid? Te equivocas, esto es el auténtico Milán.
*fotos: Alber Sánchez