Madrid, siempre a la vanguardia del ocio y el entretenimiento, generadora de tendencias en gastronomía, aglutinadora de arte y promotora de la cultura, parece estar olvidando cuáles fueron sus raíces: los oficios que siglos atrás levantaron los cimientos de la villa. Y decimos ‘parece’ porque pocos madrileños saben que no solo muchos de aquellos talleres de artesanos continúan en pie hoy en día, sino que jóvenes creadores han apostando por los trabajos artesanos en nuevos talleres. Y esto sucede muy cerca, en barrios como La Latina, Malasaña o Lavapiés, donde se da forma a labores y oficios que han pasado de generación en generación, casi de manera clandestina, hasta llegar a nuestros días.
Por suerte, una decena de esos talleres ha vuelto a ser el centro de atención de todas las miradas gracias a la iniciativa ‘Ruta de los oficios Jack Honey‘, impulsada por el whiskey Jack Daniel’s Tennesse Honey, que durante el fin de semana del 23 y 24 de abril, abrió sus puertas. Un open day muy especial que ha permitido ver que Madrid sigue siendo una ciudad de artesanos; eso sí, de artesanos urbanos.
Alcores, el taller de enmarcación responsable de que muchas obras de arte luzcan impecables sobre las paredes de museos; Javier Sánchez Medina, el creador de las piezas artesanas hechas con mimbre y esparto que salpican los escaparates de media ciudad; Bronces Navarro, el único taller que fabrica lámparas, cabeceros, bandejas… en bronce y níquel, como ya hiciera su padre antaño; la Espartería Juan Sánchez, que ya va por la tercera generación de maestros esparteros; o el luthier -como se denomina a los artesanos que fabrican guitarras- Felipe Conde, en cuyo taller trabajan incansablemente sus hijos María y Felipe, a quienes ha contagiado la pasión por su oficio. Más singular es es el caso de La-On Pottery, la alfarería puesta en marcha por una coreana que decidió dejar sus estudios de Filología por la cerámica tradicional; o Yolanda Andrés Embroidery, una bordadora que con una técnica super tradicional hace piezas poco convencionales en lino y algodón.
La destilería de Tennessee ha querido así rendir homenaje a los oficios tradicionales, a los maestros que los desempeñan y a una manera de trabajar totalmente independiente, ya casi extinta, que requiere vocación, dedicación e integridad. Igual que el whiskey que la destilería Jack Daniel’s continúa elaborando desde 1866, siguiendo el mismo proceso y utilizando los mismos ingredientes de manera inalterable.
Más información en la web de Jack Daniel’s Tennesse Honey