Eficiente, duradero y ecológico: así es el acero inoxidable

Lo ves en cocinas, quirófanos, aviones y rascacielos, pero rara vez piensas en él. El acero inoxidable está en todas partes, y no es casualidad. Este material de aspecto limpio y brillante es también fuerte, resistente, versátil y, para sorpresa de muchos, ecológico.
Una de las grandes virtudes del acero inoxidable es su resistencia a la corrosión, incluso en entornos extremadamente agresivos. Por ello es muy utilizado allí donde tiene que compartir espacio con productos químicos fuertes. Por ejemplo, el acero de tipo 316, al que reconocerás como acero quirúrgico, está muy presente en la industria alimentaria y farmacéutica, ya que es especialmente resistente a los ácidos gracias a su contenido en molibdeno.
Pero nuestro protagonista no sólo aguanta la química. Algunos aceros, como los tipos 310 o 446, están diseñados para resistir ante condiciones térmicas extremas. Son resistentes al calor gracias a su contenido en cromo, y soportan temperaturas de hasta 1000 °C sin deformarse ni perder sus propiedades. Por eso los encontramos en hornos industriales, plantas de energía o en turbinas de aviones.
Otra ventaja que debemos tener en cuenta es su facilidad de mantenimiento. Cómo limpiar el acero inoxidable es más simple de lo que pensamos: agua caliente, un poco de detergente suave y un paño, nada más. Pero lo mejor de todo es que el acero inoxidable no solo dura, sino que también respeta al planeta. Es 100% reciclable y tiene una vida útil de mínimo 20-30 años, llegando a durar mucho más.
En resumen, el acero inoxidable es una elección acertada desde un punto de vista práctico, duradero y ecológico. Es por eso que sus aplicaciones son tan diversas y es un material muy demandado en sectores clave como la medicina, la alimentación o la construcción.