Después de tantos meses en casa sin poder disfrutar de los pequeños placeres de la vida nos merecemos una escapada. Un lugar en el que ver monumentos y dejarnos llevar por la propuesta cultural y de ocio, pero también un destino en el que relajarnos y poder, sencillamente, cuidar de nosotros mismos. Y una escapada en la que podamos ver el mar porque… hay ganas, ¿verdad?
No hay que viajar muy lejos para encontrar una ciudad que reúna todo ello. Exacto, Gandia es la escapada que nos merecemos. El mar y la calma la convierten en un lugar ideal para relajarse pero también ese espíritu tan mediterráneo que te lleva a olvidarte del estrés. Dejamos el asfalto de Madrid para ponernos las chancletas y disfrutar de esa magnífica playa. Podemos pasar allí el día entero bañándonos, mojando nuestros pies en largos paseos o incluso levantarnos pronto y ver el amanecer porque… ¿cuándo fue la última vez que viste salir el sol por el mar? También podemos enlazar el día con la noche sin movernos de allí porque después de un día de sol apetece tomarse algo bien fresquito en uno de los chiringuitos que hay en ese extenso arenal.
Playas naturales y deportes náuticos
No solo es eso, en su paseo marítimo podremos pasear sin la menor preocupación porque se ha cerrado al tráfico y seremos los reyes y reinas del paseo. La fachada marítima como nunca la habíamos visto. Además, esa peatonalización hace que las terrazas tengan más espacio para que la distancia de seguridad se mantenga en todo momento. Nos hemos ganado ese relax y está todo preparado para que así sea.
Si queremos relajarnos aún más, de la Playa Nord nos vamos a las playas más naturales y protegidas por sus dunas: las playas de Venecia, Rafalcaid y d’Ahuir. Cuando nos cansemos de la toalla nos activamos y practicamos deportes náuticos (Kitesurf, paddle surf…) porque aquí las condiciones climatológicas son ideales para este tipo de deportes.
Después de tantos platos de cuchara y de la cocina del interior apetecen sabores mediterráneos y recetas elaboradas con productos del mar y de la huerta. Exacto, la auténtica fideuà es de Gandia y se nota, elaborada con los productos frescos de la lonja. Da igual el restaurante que elijamos porque todos siguen la receta tradicional. Eso sí, hagamos una dieta variada e incluyamos en el repertorio les coques, los figatells, la gamba amb bleda… y, de postre o para merendar la horchata o la Delicà de Gandia.
Mucho más que playa
Al caer la tarde podemos ir a visitar el casco histórico de la ciudad —no todo va a ser playa, ¿no?—, que también se ha cerrado al tráfico para mantener esos metros de seguridad. Paseando por sus coquetas calles llegaremos a monumentos tan importantes como La Colegiata de Santa María, Palau Ducal dels Borja —ofrece visitas nocturnas y teatralidades—, el convento de las Esclavas o el Convento de Santa Clara… Un paseo que nos llevará a conocer el legado de la familia de los Borja.
También nos podemos calzar las botas de montaña para conectar con la naturaleza porque Gandia está rodeada por agrestes montañas y sierras. Solo así descubriremos paisajes y espacios naturales tan especiales como el Paraje Natural Municipal Parpalló-Borrell, la Sierra de Falconera o el Mónduver.
Mar, montaña, gastronomía, ocio…. Si decimos que Gandia es la escapada que nos merecemos, será por algo. Más información en este enlace.