El único hotel en Madrid incluido en la preciada asociación Relais et Châteaux se ubica, desde hace casi dos décadas, en un antiguo palacete perteneciente a una acaudalada familia madrileña de la Belle Epoque. Un espacio que combina clasicismo y elegancia a partes iguales, y que aguarda uno de los patios ajardinados más fascinantes de la ciudad. Llegar aquí, después de cruzar el salón de té del hotel, es como dar un salto en el tiempo. Y no hablamos solo del entorno, la decoración de las mesas (mantelería de hilo inglés, cobertería de plata) y la formas del servicio de camareros, educado y bien formado, nos hacen recordar tiempos pasados, en la gran mayoría de los casos, que solo hemos tenido oportunidad de conocer a través del cine o la televisión.

En este oasis urbano, con su frondosa vegetación y esa fuente que contribuye a aumentar aún más la sensación de calma, también es posible disfrutar de una experiencia gastronómica de altura, diseñada por uno de los chefs más laureados de la capital, Mario Sandoval. Platos en los que el producto es el auténtico protagonista y que, como suele acostumbrar el dos estrellas Michelin, sorprenden por su técnica y la justa combinación de tradición y modernidad (su guiso de setas silvestres con huevo poché, trufa y foie, o steak tartar de solomillo de ternera son sencillamente excepcionales). Seguramente al llegar hasta aquí ya habéis descartado este opción al considerar que se trata de una opción dirigida a un público que supera cierta edad o porque sus precios no van a estar a vuestro alcance. Pues no os desaniméis, los precios de El Jardín de Orfila no son en absoluto descabellados; es más, se trata de una opción más que recomendable para cuando busquéis un lugar con el que sorprender en una celebración especial o, por qué no, daros un capricho.

EL JARDiN DE ORFILA

Hay dos menús que cambian cada temporada, degustación y gastronómico, más un menú ejecutivo (solo disponible en mediodía) que se renueva cada semana y que integra algunos de los platos más sobresalientes de la carta. También conviene tener muy en cuenta su brunch dominical, que incluye un bufet con exquisitas propuestas de bollería y aperitivos salados, más un contundente plato principal (sandwich club, hamburguesa de cebón, taco de rabo de toro) para acompañar con diferentes tipos de zumos y cócteles. Sea cual sea el momento elegido para la visita, no hay duda de que la de Orfila es una cocina que llega al corazón y que su atmósfera, servicio y puesta en escena bien merecen la oportunidad.